1. El día de la Victoria


    Fecha: 13/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anejo, Fuente: TodoRelatos

    ... remedio. Llamé a Dolly, mi pastorcilla teutona, y me hice con los prismáticos de campaña. Desde un pequeño montículo vecino, podía ver lo que pasaba en el primer piso si no había pensado Victoria en cerrar las ventanas. Salimos al trote ligero, la perra tirando de mí en la cuesta arriba del promontorio.
    
    ¡Bingo! Persianas levantadas, batientes plegados. Apunté en la dirección correcta. No veía nada. De pronto, Victoria pasó frente a la ventana y se sentó en su cama. Enfoqué mejor. ¡ Vaya par de tetas ! Un pene tieso apareció en mi campo de visión, seguido por uno de los mozos. Un segundo obús se perfiló detrás. Victoria indicó que vinieran y friccionó una polla con cada mano para ponerlas a punto. Cuando ambas presentaron una tersura y longitud envidiables, se metió una en la boca. ¡Vaya arte! Entraba enterita y salía chorreando. Ya me imaginé que no era la primera que se comía.
    
    Fue alternando mamada y manoseo, manoseo y mamada. Los jardineros estaban ya en el Edén, podando las ramas del árbol del bien y del mal.
    
    Pero como donde las dan, las toman, Victoria se tumbó, piernas abiertas, y mandó a los chicos que se esmeraran en comerle la concha. No cabían en el hueco los dos, así que también hubo turnos para esto. Mientras uno se afanaba en complacerla, el otro se tumbaba a su lado y magreaba y lamía los grandes senos de la empresaria. Casi podía oír sus gemidos de placer a setenta metros de distancia. Comprendí que era sólo mi imaginación auditiva.
    
    Dolly se impacientó. No la había dejado suelta por temor a que se perdiera mientras yo me extasiaba con la vecina y sus muchachos. Pero hay que ser responsable, así que dejé correr a mi perra un rato y dejé correr un poco también mi tarea de avistador.
    
    Apenas cinco minutos después, las cosas habían cambiado levemente. Patricia se había instalado sobre uno de los chicos y lo cabalgaba vigorosamente. El otro parecía recuperar fuerzas fumado un cigarrillo junto a una de las ventanas del dormitorio.
    
    Los pechos de la señora bailaban al ritmo frenético de su deseo. El chaval los intentaba atrapar inútilmente. Pronto regresó el fumador a solicitar una ayudita oral para recuperar el tono. Patricia descabalgó del de la cama dejando a la vista un preservativo rojo enfundado en la gruesa verga. La señora giró ciento ochenta grados y recuperó su cabalgada, aunque ahora sus movimientos se moderaron para permitirle succionar la verga del otro chaval, que había perdido tono, pero no longitud. Fue necesaria toda la pericia de aquella formidable folladora, que había resultado ser Victoria. Cuando su mano masajeó todo el tallo mientras su boca devoraba los huevos del joven, se produjo el efecto deseado. Y eso resultó providencial, porque el que ocupaba el lecho inició una tempestuosa corrida, que llevó al clímax a Victoria, aferrada al ya henchido cipote del suplente, que se dispuso a reemplazar a su compañero en la tarea de regar el jardín de la dueña de la casa.
    
    Me sorprendió que ella eligiera ahora ...