1. Viaje al placer perdido


    Fecha: 10/04/2019, Categorías: Gays Autor: damale, Fuente: RelatosEróticos

    ... aprensión, abrí la puerta y me metí en el coche, deje mi mochila en el suelo y me puse el cinturón mientras él arrancaba.
    
    -Bueno, por fin -comentó casi en un susurro. Noté que me miraba de reojo, y hasta un cierto deje de excitación en su voz, y de pronto tuve mucho calor. No pude evitar dejar de prestar atención al cinturón que me estaba asegurando para recorrerle el cuepo con la mirada, todo lo discretamente que pude. Tuve la sensación de que, pese a definirse “gordo” en sus correos, su profesión implicaba cargar cosas pesadas y eso, junto a la visión o, más bien expectación, de lo que sus vaqueros ocultaban, me excitó sobremanera.
    
    -Sí… -dije, sin poder evitar una sonrisa.
    
    -Bueno, ya te dije: si no te gusto, no hay problema, cada uno por su lado y no nos hemos visto… aunque tú sí me gustas -añadió con un nuevo tono en el que creí percibir cierta esperanza. Me mordí el labio inferior con una nuevo asalto de mis hormonas descontroladas, y el calor en mi entrepierna se volvió ligeramente incómodo mientras mis pezones se endurecían bajo mi camiseta. Por un segundo me arrepentí de llevar abrigo porque me habría gustado verle mirándomelos con deseo, pero entonces pensé que sería mejor que atendiera a la carretera.
    
    -No, tranquilo, eres mejor de lo que esperaba -balbuceé.
    
    -¿Sí? -no parecía capaz de quitarme los ojos de encima y, por suerte, aquellas carreteras entre pueblos parecían serle muy conocidas, además de rectas y desiertas. Sonrió brevemente y prosiguió-. Bueno tengo que decirte algo -otro vuelco al corazón, le había preguntado como un millón de veces si no le importaría usar condón a pesar de garantizarnos mutuamente que estábamos limpios pero…-: estoy casado. Pero si no te parece mal, esto ya te digo: queda entre nosotros. Mi mujer no puede ni va a saber nada -concluyó en un tono casi amenazante.
    
    Me sentí tonto. Pero también respiré aliviado, algo en lo más profundo de mi cabeza me dijo que si aquello era cierto (y lo era, a juzgar por la sortija de su mano, en la que antes no me había fijado) sería menos probable que fuera un mentiroso promiscuo portador de todo, al fin y al cabo, sería muy difícil para su “cómodo” matrimonio sobrevivir, si de pronto le contagiaba a ella algo raro, ¿no?
    
    -Ah, bueno, ya me lo imaginaba -dije. Y era cierto: tanto secretismo sólo podía explicarse así, en el mejor de los casos (que parecía haberme tocado a mí). Durante un instante me sentí fatal, porque yo no soy de los que engañan y no me gusta ayudar, pero luego concluí que aquello, a fin de cuentas, era muy diferente: al fin y al cabo, los bisexuales son quienes lo tienen peor con la monogamia-. No pasa nada.
    
    Él pareció relajarse un poco mientras ascendíamos una cuesta. Yo no podía dejar de imaginármelo desnudo y tuve que tirar de todo mi autocontrol para no ponerle en aquel momento una mano en el muslo e ir en busca de su entrepierna: no quería sobresaltarlo y tener un accidente.
    
    -Pues… entonces creo que lo vamos a pasar muy bien ...
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