1. Xochi, Confesiones de mi madre, incesto y sus placeres


    Fecha: 06/04/2019, Categorías: Incesto Autor: MORADO SUBIDO, Fuente: CuentoRelatos

    Como todos los jueves con el grupo de hombres de la playa (entre ellos mi padre “ya el gran cornudo y Marcos, esposos de “Mena”, el nuevo cornudo) se había programado una embarcación de pesca hasta el domingo por la mañana.
    
    Ello dio lugar a que mi madre y “Mena” organizaran también su “finde libre” de maridos, por lo que se turnarían en salir una noche cada una. El plan estaba resuelto, la primera en salir sería mi madre con Mingo, “su joven amante”; habían decidido ir a un boliche en La Barra, a unas playas de la nuestra y pasar la noche donde el juego acabara.
    
    Mi madre, mujer muy culta como atractiva y con dejos de cortesana fina, riendo dijo —desde hoy ya en las noches seré “Xochi”.
    
    “Mena” y Mingo se miraron sin entender; el buen cornudo de mi padre, solo dijo: —pero siempre lleva preservativos en tu cartera— como profetizando o sintiendo las cornamentas sobre su cabeza, aunque no sabía de qué trataba el tema y menos aún sospechaba que mi madre ya no usaba preservativos con sus amantes, sino solo con él.
    
    La Diosa Xochiquétzal, en la mitología azteca era la diosa de la sensualidad y la belleza, el arquetipo de una mujer joven en plena potencia sexual. Es la amante divinizada que evoca el amor, la voluptuosidad, la sensualidad, el deseo sexual y el placer en general. —Esta era mi madre, una cortesana de mitologías, cuando se apareció en la puerta de su dormitorio como encerrada en el marco de un cuadro. Depilada, perfumada, elevada sobre botas negras con tacos, las que cubrían parte de su metro veinte de piernas, dejando sus muslos bronceados y tratados con aceites aromáticos por debajo de un vestido negro entallado a sus caderas, el que subía sobre su escultura cubriendo el deleite de sus senos dibujados y su “entre senos” por donde correría la lujuria de esa noche.
    
    “Mena” quedó helada al ver semejante “perra” vestida para el pecado. Mingo, pasó sus manos por sus cabellos rubios y se mordía los labios.
    
    Mi madre me miró (yo ya estaba recostado en el living haciéndome el dormido) se acercó me dio un “pico” con sus labios sobre los míos, creo que algo le hizo recordar a mi padre, que ya no estaba en la casa sino de pesca, cuando se reveló en un pensamiento algo íntimo, —“seré una perra, una ramera de clase, con un incómodo liguero y una tanga que se clava en mis carnes, pero soy fiel a mis instintos y deseos”.
    
    Mingo la tomó de su mano y la hizo girar bajo su brazo, como exhibiendo el pecado, besándola y corriéndole el labial rojo como herida de sangre sobre su boca, —esta noche boliche, sexo y acabar desnudos en la playa.
    
    — No bebe, esta noche no es tuya, hoy también vos, vas a sentir los cuernos que te va a poner esta perrita, tomándole el bulto, —Tu putita.
    
    — ¿Qué…? dijo “Mena”
    
    — ¿Pero…? balbuceó Mingo
    
    La bocina de un auto que se había detenido delante del chalet, sonó dos veces…
    
    Mi madre se corrigió el labial rojo, lo besó otra vez con un simple piquito —pórtense bien— y la puerta se cerró detrás de las ...
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