1. Mi hijo, mi verdadero amor (3)


    Fecha: 11/12/2019, Categorías: Gays Incesto Infidelidad Autor: p3rvertido, Fuente: SexoSinTabues30

    ... hijito.
    
    «Venga Dieguito, hijo mío, como eres mi nieto, mi polla tiene que llegar lo más profundo posible.» La polla del maestro estaba violando la garganta de mi hijo. Mi hijito, que empezó a llorar un poco, seguía erecto, así que empecé a masturbarlo y a jugar con su anito mientras que me comía el culo del maestro. Al poco tiempo, oí unos ruidos y supe que la garganta de mi hijito estaría rota para siempre: vómito empezó a caer de la boca de mi bebé, de mi hijito de 3 años, ya que el maestro lo hizo atragantar tanto.
    
    Su nuevo abuelito y yo lo acariciamos y le dijimos «muy bien hecho Dieguito.» En ese momento estuve tan orgulloso de él. Usé su vómito para meterle los dedos en el ano a mi hijito, y también me puse a besarlo más. «Ramón, yo creo que ya sabe usted dónde tiene que ir esta polla apestosa, no?»
    
    Sí. Debía ir en el ano de mi hijito. Al escucharlo, puse a mi hijito de vuelta, con su ano preparado con su propio vómito para ser follado por su nuevo abuelito, su maestro de escuela al que va a ver todos los días. «Es todo suyo, José.»
    
    José se puso a follar el anito de mi hijo de 3 años. Algo que yo pensaba que me enfadaría más allá de palabras, de repente me pareció la cosa más cachonda que me había pasado nunca. Mi hijo me había engañado con su maestro en su primer día de escuela, y ahora, tras su segundo día de escuela, estaba siendo follado y ensanchado por él. Metí mi polla de 18 cm en la boca vomitosa de mi hijo, y le hice tener arcadas de nuevo, pero esta vez no me correría dentro.
    
    Mientras que su maestro lo follaba y se corría dentro de mi hijo, mi Dieguito estaba disfrutando de todo. Mi putito, a quien yo había entrenado tan, tan bien, estaba disfrutando de ser violado forzosamente por este enorme hombre de 50 y su papá en sus 20s. Teniendo esa estampa, me corrí de nuevo, pero esta vez en los calzones rojos de ese niño que no conozco, pero que el maestro habíá follado en su oficina como mi hijo. «Bien hecho Ramón, ah-ahora mismo me estoy corriendo e-en tu hijo!»
    
    El maestro se corrió en mi hijo, yo le puse los calzoncillos rojos «nuevos» con una corrida mía. No traje pantalones, mi hijo iría en público con estas corridas. Le dí las gracias del corazón a José, y me dio un beso en la boca que me embelesó. Tras este día, yo le decía a mi hijo «y qué tal el maestro?» con lo que siempre me respondía «muy bien! le he sacado la leche otra vez!» 
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