1. ZAPAS AMARILLAS (nueva edición)


    Fecha: 22/11/2019, Categorías: Gays Autor: karl, Fuente: TodoRelatos

    “Zapas” amarillas
    
    Esa voz cascada, grave y varonil susurraba en mi oído, entraba hasta el fondo de mi cerebro y recibía palabras y frases obscenas que me excitaban sobremanera.
    
    Quería que el calor de su cuerpo me invadiera y que su vello corporal me cobijara.
    
    Buscaba como loco sus labios para morderlos, pero él se adelantaba a mis intenciones y me mordía el cuello con ansiedad mientras me pellizcaba los pezones.
    
    Mis gemidos los oía agudos mientras mi cuerpo se rebozaba con el suyo deseando que su polla acariciara mi culo.
    
    El cúmulo de sensaciones me invadía dejando mi mente en blanco para solo ser presa del deseo, solo quería sentir su cuerpo, solo la humedad de su boca, la fuerza de sus dedos y la dureza de su miembro mientras me hacía suyo y aquellas palabras, aquellas frases sucias y obscenas no hacían más que excitarme más y más.
    
    Sus labios enmarcados en su espesa y negra barba me llamaron la atención por primera vez en la gasolinera donde hacía autoestop. Sus zapatillas amarillas y muy usadas me causaron una excitación nada común.
    
    Sentado a su lado, carretera adelante, su cuello fuerte y musculado al igual que sus brazos, camisa abierta, camiseta negra, y vello que le subía hasta la nuez y aquellas zapatillas que se habían convertido en el objeto de mi deseo mas oculto. No se porqué, pero me atraían, quería olerlas, ponérmelas, quitarle los calcetines y lamerle los pies. No se porqué pero no podía dejar de mirar y pensar en el placer del sexo con el, y la culpa de todo la tenían las zapatillas. Miento, la culpa o el deseo o lo que fuera era yo.
    
    Su mano en la mía, sonrisa, movimiento suave pero firme a su entrepierna, caricia sobre su pantalón, presión de su polla endurecida bajo el pantalón, caricia sobre su miembro erecto y sobre sus huevos.
    
    - “Hazmela”…
    
    Le desabroché y bajé la cremallera, metí la mano por su calzoncillo hasta atrapar su calido y suave miembro, notar su vello y acariciarlo y bajar la mano para tantear sus cojones y amasarlos con delicadeza.
    
    - Voy a parar en la próxima área. Tu sigue así…
    
    Paró, se bajó el pantalón hasta los muslos. Polla fuerte, polla dura, polla caliente…muy caliente.
    
    - Mama (ordenó)
    
    Y obedecí hasta que sus huevos estallaron provocando que una fuente de lefa entrara en mi boca, lefa que tragué. Lamí su glande y su falo. Le limpié. Me acarició la cabeza.
    
    Habló por teléfono con su empresa para decir que se quedaba a dormir en un hotel de carretera por cansancio del viaje. Sonrió al despedirse enseñando levemente sus blancos dientes que destacaban en la oscuridad de su piel y la negrura de su barba.
    
    Sus nalgas en fundadas en los jeans me precedían en la escalera que llevaba a la habitación, y la camiseta sudada se pegaba a su espalda.
    
    En todas las horas de viajes en común no le había contado nada de mis escapadas en busca de una polla o un culo, a menudo encontradas en las inmediaciones de los aparcamientos y aparcamientos de camioneros.
    
    Miré su cuerpo ...
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