Juventud en prisión 1 - Relatos Eróticos

Juventud en prisión 1

Espero que os guste. Soy nuevo escribiendo asi que espero vuestro feedback sobre que os parece! Empieza light pero ira subiendo el tono.

Capítulo 1

El sonido metálico de la puerta cerrando tras de mí me hizo despertar de mi ensimismamiento.

-Vamos.- dijo el guardia de forma seca y poco amigable.

Acababa de ingresar en prisión el mismo día de mi diecinueve cumpleaños, un bonito regalo por parte de la fiscalía. Robe un coche, lo conducía sin carnet junto a un colega y por desgracia nos estampamos llevándonos a una señora por delante…estupida…debió mirar si venían coches…¿no? Por suerte no la palmo sino me hubieran caído aún más años aunque dos y medio no me parecen pocos.

-Cambiate y deja tu ropa en esa canastilla, yo me encargare de ella. Será almacenada hasta el día de tu salida en que te será devuelta.

La voz del guardia era lo más neutra que había escuchado en tiempo. De pie, con cara de pocos amigos, el tío me pasaba al menos dos cabezas y dada la situación, no lo negaré, estaba algo acojonado.

-¿A qué esperas? Date prisa que no tengo todo el día.

-¿Puedes darte la vuelta por favor? - me daba cierto aprieto tener ahí al tío plantado observandome, un mínimo de intimidad leches.

El guardia rebufo pero se dio la vuelta. Me cambié y dejé la ropa en el canastillo. El traje anaranjado era horrible pero al menos era sorprendentemente cómodo. En la parte trasera ponía un número, 2A.

-No olvides la pulsera, es tu número de recluso. - señaló a una pulserita de plástico, como una brida, con un número inscrito en ella. Me la puse.

—-

Caminé junto al guardia largo rato por la laberíntica prisión. Las puertas de seguridad se abrían y cerraban con ese característico sonido de sirena una y otra vez, no acababa de creerme que estaba allí dentro.

"En cualquier momento despertaré"

No fue así.

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Llegamos al módulo 2A y una gran cámara con varios pisos con celdas se abrió ante mí. El guardia me llevó a la que sería mi celda. En la celda había un retrete, una mesita metálica clavada en el suelo y una litera con dos camas.

-Es tu día de suerte, toda la habitación para ti solo. Almenos de momento. - esas últimas palabras sonaron cual martilla para mi. No me apasionaba la idea de que un tipo raro durmiera ahí conmigo. - La comida es a la 1, se os llamará por megafonía. La cena es a las 8 y apagamos las luces a las 10 de la noche. Hoy ya es tarde pero teneis una hora para salir al patio por la mañana y una por la tarde. Tambien teneis derecho a una ducha, consulta el cuadrante fuera para saber cuando te toca.

Cogió y se fue sin más, me quedé solo. Me senté en ese colchón en el que habían unas sábanas limpias perfectamente dobladas y me quedé en blanco dios sabe por cuanto.

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Anunciaron la comida por megafonía, sacudí mi cabeza y me dirigí siguiendo los letreros. Justo a la entrada del módulo había un cuadro informativo. Allí había la información que me comentó el guardia, comidas, duchas, actividades y ...