Mi amigo, su sobrino y yo (ii) - Relatos Eróticos

Mi amigo, su sobrino y yo (ii)

... provocándole unas cosquillas incontrolables.

Levanté la mirada hasta encontrar la del joven y tras una sonrisa maliciosa continué mi cruzada, besándole el pubis de vello cuidadosamente recortado para pasar después a lamer sus lampiños testículos.

Los gemidos de Nacho se alternaban con suplicas para que le chupara la verga de una vez.

Le sujeté la polla por la base del tronco, subiendo y bajando lentamente mi mano, que se empapaba de precum en cada ciclo.

Acerqué mi rostro hasta su hinchado glande y le pasé la punta de mi lengua por el orificio uretral, presionando levemente mientras con mi mano le apretaba el duro tronco.

Por fin decidí terminar mi tortura con el pobre Nacho y acercando mis labios a su verga, le rodeé con ellos el capullo y tras un par de insinuaciones me metí toda su polla dentro de la boca y empecé a chupársela con delicia.

Agarró las sábanas. Tiraba de ellas y las retorcía con fuerza mientras gemía de gusto.

- ¡Para por favor, que me corro! – me gritó Nacho, intentando apartarme.

En lugar de retirarme, le cogí los huevos con una mano apretándolos levemente mientras me metía por completo su polla en la boca, notando como su palpitante capullo alcanzaba mí epiglotis, que elegantemente se retiraba para dar paso a los generosos chorros de semen que expulsaba su miembro, inundándome por completo el esófago.

Nacho consiguió sacar su polla sin haber terminado de eyacular, lo que le permitió observar como su hinchada verga escupía varios chorros sobre mi lengua.

Cuando el joven terminó, se tumbó exhausto.

Me acerqué para besarle, a lo que el accedió gustosamente sin pensar que iba a probar su propio semen.

Cuando Nacho sintió aquello, me abrazó con fuerza pasando su lengua por cada recoveco de mi boca mientras que su polla volvía a ponerse dura. Es lo que tiene la juventud.