1. Cada uno cuenta la feria según le fue


    Fecha: 10/11/2019, Categorías: Gays Autor: Juanjose, Fuente: TodoRelatos

    ... deseando hacer realidad la fantasía de follarme a un conductor de coche de caballos vestido de lacayo contemporáneo.
    
    Entramos en un garaje grande con un solo coche. Abrió la puerta del conductor y con solo esa protección visual, comenzó a abrirse la camisa con parsimonia.
    
    ¿íbamos a hacerlo en un garaje con entrada de coches, de peatones y ascensor? ¿Aquello era una puta cámara oculta?
    
    El caso es que el tío actuaba con naturalidad. Con ojos golosos me decía – Pero ¿Dónde estabas escondido? -
    
    Miraba mi bulto con curiosidad, aunque no se había interesado por mi polla en la conversación escrita.
    
    Nos acercamos y pude apreciar su aroma después de todo el día de feria. Su pecho depilado dejaba ver unos tatuajes enormes que todavía le daban más morbo.
    
    No pude esperar más y me lancé a lamer su pezones grandes y húmedos como todo su pecho. Al tío le gustaba porque empezó a bufar. Pasé de un pezón a otro, y vuelta y después a sus sobacos depilados y algo húmedos, pero con un aroma agradable.
    
    Mientras el tío se dedicaba a pajearme tiré de su pantalón para abajo dejando ver un slip blanco poco abultado. Me agaché para lamerlo y esnifar su olor, pero ni olía macho, ni se animaba a crecer. Me levanté de nuevo y comenzamos a besarnos. Lo hacía muy bien y aquello era lo que me faltaba para ponerme al rojo vivo.
    
    Me palmeó el culo por encima de la calzona y yo hice lo mismo salvo que contacté directamente con la piel suave de su culo. El cabrón llevaba un suspensorio bajo los pantalones de caballista. Seguí tocando y metí un dedo entre sus cachetes. Sentí su culo más que húmedo, mojado.
    
    No sabía si el activo me iba a dejar, pero me arrodillé, le di la vuelta tirando de sus caderas no sin algo de resistencia y cuando tuve su culo, algo más blanco que el resto de su piel, a mi alcancé metí la nariz esperando un olor a macho macerado durante todo el día. Tampoco lo encontré. El cabrón estaba resultando literalmente insípido e inodoro. A mí me daba igual y seguí pasando la lengua desde sus pelotas, por su perineo sin un pelo hasta llegar a su culo. No hice demasiados prolegómenos, pero unos mordiscos por su culo duro y redondo le hicieron gemir, entornar más la espalda hacía adelante y con sus manos abrirse los cachetes lo que aproveché para introducirme dentro de él y empezar a empujarle tanto que tuvo que sujetarse al chasis del coche mientras ya gemía sin ningún disimulo.
    
    Volvimos a besarnos enloquecidos los dos por el calentón y la sorpresa de que congeniáramos tan bien a pesar de estar en medio un garaje enorme, vacío y muy iluminado.
    
    Se apagaron las luces tras unos minutos más y como llevaba los pantalones por las rodillas me pidió que fuera hacia el piloto verde que se veía al fondo para encender la luz.
    
    Nos sonreíamos viéndonos el uno al otro medio desnudos y empalmados. Nos volvimos a besar con lentitud, nos gemimos en el oído y nos mordimos en lugares del cuello que ponían todavía más duras nuestras pollas.
    
    Me arrodillé ...