1. Groupies


    Fecha: 31/10/2019, Categorías: Incesto Autor: SweetCuntMommy, Fuente: TodoRelatos

    ... dios nórdico. Dentro de lo dilatado (el chiste está a huevo) de mi experiencia, dejarme sodomizar por mi padre biológico era un paso más allá. Un límite que me apetecía y me aterraba cruzar. Porque, creedme, siempre he estado dispuesta a seguir a mi madre en los caminos de la depravación, nunca me he negado y si en más de una ocasión hemos acabado haciendo la tijera y durmiendo abrazadas en la cama de una de las dos, casi siempre ha sido idea mía.
    
    Según ella, el poder de una mujer está en su sumisión. Este pensamiento, más cercano a Pauline Réage que a Simone de Beauvoir, no me resulta nada absurdo hoy en día, cuando me declaro tan feminista como adicta al sexo duro… ¿la razón?
    
    Cuando le pillas el gusto al chocolate de verdad (el amargo) la vainilla te parece un insulto al paladar. Me encanta que me muerdan, me escupan, me abofeteen y me follen susurrándome al oído las salvajadas que los hombres no se atreven a decir a sus parejas. He seducido a una novia en su boda y me he corrido en su boca mientras se arremangaba el vestido blanco en el servicio del restaurante. He desvirgado a mi primo de quince (con la complicidad de mamá) durante un fin de semana en que mis tíos vinieron a vernos, y si alguien tuvo la culpa, dada nuestra reputación, fueron ellos.
    
    —She is an angel, Mariposa —susurró mi padre, acariciándome la punta de la nariz con una yema dura tras millones de horas sobre las cuerdas de su stratocaster. Su acento vikingo me lo conocía de memoria tras media vida de empapar las bragas con sus rugidos metaleros, pero me sorprendía lo bien que hablaba nuestro idioma. Deslizó la yema por mis labios y mi barbilla. Después me cogió la cara con ambas manos, haciéndome temblar como una hoja, y sacó la lengua para comerme la boca.
    
    —Lo es y lo sabe —susurró ella, orgullosa—. Mira qué alas tiene.
    
    Mamá me bajó los tirantes del top y me giró, para que Stick pudiera ver el tatuaje que me cubría la espalda. Era un trabajo cojonudo, aunque al darme cuenta de mi papel de Lolita (y de cómo ella me utilizaba como reclamo) me sintiera una oveja llevada al matadero. Era un papel que no dejaba de elegir, porque (gracias, mamá) también me hacía sentir poderosa. Stick quería sodomizarme, y yo, aunque estaba muerta de miedo, también me sentía Wonder Woman (me parezco un poco a Gadot de jovencita), empoderada por la virtud de mi culo y cachondísima por la perspectiva.
    
    —I’m your daughter, you know?
    
    —Yes, little angel, I know… Kiss me, Sonia… Open your pretty mouth…
    
    Me llamo Sonia, por cierto. Y a diferencia de mi madre, a quien le basta con el francés, hablo inglés a la perfección y sé utilizarlo para encender a un hombre:
    
    —I want to see your cock, daddy… Ana says it’s amazing...
    
    Se abrió el albornoz y mamá se arrodilló para mostrarme los tatuajes de Stick. Una orgía de geishas y demonios le cubría el pecho y el abdomen, muy fibroso para ser el de un hombre que rondaba los cincuenta. El rabo era descomunal y estaba adornado por una legión ...
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