1. Probando un nuevo placer


    Fecha: 25/10/2019, Categorías: Fetichismo Autor: Mar1803, Fuente: SexoSinTabues30

    ... tener 100 años, yo no lo creo). Pero para cuando lo leí, yo ya tenía rasurado a mi marido.
    
    Ramón, mi esposo, es relativamente lampiño y se rasura con rastrillos desechables. No me veía yo manejando ese artilugio para rasurarle el pubis y los huevos, pero tampoco él iba a hacerlo por voluntad propia. Así que fui a comprarle como regalo una rasuradora eléctrica y cumplir la amenaza que le hice el día anterior: “’¡Mañana te rapo, cabrón!” En la tarde, después de comer, lo calenté como sé que le gusta, lo desnudé y empecé a rasurarlo.
    
    –¡Qué te pasa, mamita! –protestó estupefacto.
    
    –Estoy cumpliendo lo que te dije ayer, cabrón –y continué con mi trabajo mientras que él, por su parte, lo permitió atacado de la risa.
    
    –¿De dónde sacaste esa máquina? –preguntó extrañado.
    
    –Te la compré y quiero ver si funciona bien –dije sin dejar de hacer lo mío.
    
    No fue tan sencillo el trabajo porque tuvo muy parada la verga y me estorbaba, aunque sí fue propicio para que sus bolitas quedaran accesibles. Yo tomé nota de las posibles dificultades que me encontraría con las de Bernabé, las cuales son mucho más grandes; las que tengo en casa me caben juntas en la boca, aunque, sí, la tengo que abrir mucho. Al final, vi mi obra y quise paladearla. ¡Qué lindo disfruté de los huevitos juntos en mi boca!
    
    Mi marido también se puso más sensible a las caricias de mi lengua que deambulaba libremente desde el glande hasta el culo, pasando por los huevitos y el periné.
    
    Otra agradable sensación fue la de sentir los vellos de mi panocha en su pubis al cogerme de frente y en los testículos cuando me la golpeaban al encularme…
    
    –De una vez te advierto que no dejaré de cogerte, aunque te pique y raspe los labios del tamalito, mientras me crezcan los vellos, así lo quisiste –me dijo y no entendí por qué.
    
    –No entiendo. ¿Por qué lo dices?
    
    –Cuando tú te has rasurado para ir al balneario sin que se te salgan los pelos del traje de baño, pasan como dos semanas o más para que no me raspen cuando te cojo –me explicó.
    
    –¿Y por qué no me habías dicho que te molestan? –pregunté, suponiendo que no le era tan molesto.
    
    –Porque casi siempre te cojo “de perrito” y no se siente, pero cuando me cabalgas, me aguanto porque me gusta verte feliz arriba de mí, es un placer que sólo a mí me das –aclaró, pero me sentí mal con el final.
    
    Efectivamente, a mi marido y a mí nos gusta más coger “de perrito”, pero también me gusta montarme en él y no sabía que le era molesto, pero que lo soportaba porque le gusta verme la cara de golosa. Pero no sólo es con él, mi amante dice que pongo una cara de puta cuando estoy disfrutando la cogida, y así debe ser, ¡me siento mujer! Supongo que también le causé desagrados a Bernabé cuando lo cabalgué mientras me crecían los vellos, pero él nunca me dijo nada. Ya le preguntaré el lunes, nuestro día favorito para amarnos, porque llego lo más cogida que puedo por mi marido y llena de su semen sin haberme bañado sábado y domingo. Gracias a eso, él ...