1. Mi perversa madrastra (9)


    Fecha: 14/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... de ahí a que se dé cuenta de lo demás, hay solo un paso.
    
    Algo de razón tenía. A papá le habría de parecer inconcebible la idea de que me cogiera a su mujer, pero también era cierto que si se había dado cuenta de cómo la miraba, cuando se suponía que yo lo disimulaba muy bien, estaba corriendo un peligro mayor al que pensaba.
    
    Tenía la verga ya totalmente hinchada. Luego meditaría sobre aquello. Agarré el pie de Ana Laura, y lo apoyé en mi pija.
    
    —Pajeámela —le ordené.
    
    Ni siquiera mostró su disconformidad con palabras. ¿Debía interpretarlo como que ahora la relación sería mutua? ¿O, al contrario, ella pretendía que yo diera por sentado que cualquier cosa que hiciéramos era contra su voluntad? Fuera como fuese, empezó a frotar mi verga con suavidad debajo del agua.
    
    Lo hacía con suma habilidad, como si lo hubiera hecho muchas veces. De repente empezó a hacerlo simultáneamente con ambos pies. Veía sus rodillas arrimarse por encima de la espuma. La miré a los ojos, mientras ella no dejaba de pajearme. Tenía una mirada muy fuerte, pero en ese momento la mía era aún más poderosa, porque la estaba violando con esa mirada.
    
    Su rostro era un poema. Las perfectas facciones intentaban mantenerse imperturbables, pero cada tanto se mordía los labios en un inequívoco gesto de placer, o cuanto menos de disfrute. Los senos amagaban con mostrarse, pero siempre terminaban sumergidos, fuera de mi vista. No importaba. Cuando quisiera disfrutar de ellos simplemente lo haría. Ana Laura me complacería en todo. Ahora, los masajes que me hacía con sus piecitos en mi verga y su rostro eran más que suficientes para que pudiera alcanzar el orgasmo.
    
    No tardó en llegar. Me retorcí en la bañera, largando gemidos intensos. ¿Había posibilidad de que papá volviera y nos descubriera? Era una probabilidad bajísima, pero sin embargo existía. Y a ninguno de los dos nos importaba. Ciertamente, si papá estuviera fuera de la ecuación sería mejor para mí, eso no lo podía negar.
    
    El semen salió disparado y ahora se mezclaba con el agua espumosa en la que nos estábamos bañando. Ana Laura hizo un gesto de reproche, pero no dijo nada. Siguió ahí, bañándose en ese líquido ahora mezclado con mi leche.
    
    Me acerqué a ella. La abracé. Sentía mi sexo fláccido en su vagina. Le di un beso. Un beso tierno e intenso. Por esta vez no me esquivó. Sentí la menta impregnada en su lengua, y refrescando su aliento. Llevé mi mano a su seno. Debajo del agua se sentía raro, no se apreciaba del todo su textura, pero igual el contacto era agradable.
    
    —¿Querés chuparlo? —preguntó ella.
    
    Se irguió, y sus hermosas tetas aparecieron ante mi vista. La espuma se resbalaba y caía. Pero igual otro tanto quedó impregnado en ellas. Las aparté con las manos. El pezón erecto quedó a la vista. Lo apreté con mis labios, y luego empecé a succionarlos. Sentí, debajo del agua, que mi verga empezaba a engordar lentamente.
    
    Ella también la notó. Hizo un movimiento, y la verga se encontró con la entrada ...
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