1. El niño del supermercado


    Fecha: 12/10/2019, Categorías: Gays Autor: Pavic, Fuente: SexoSinTabues30

    Me dirigí al supermercado para comprar algunos víveres, y como era de esperarse, estaba lleno por todas partes con motivo de la celebración de Halloween. Era un día afortunado, pues estaba repleto de hermosos muchachos a la orden, e hice vista a los más hermosos que circulaban por los pasillos, algunos rubios, otros más morenos, unos pocos de ojos azules, algunos de hermosa melena rizada, y también estaba él, aquel niño de generosas nalgas y hermosas piernas que hizo explotar mi cabeza de morboso placer. Iba por el pasillo de los lácteos, cuando ante mí tenía a este chico moviendo su culito de lado a lado, haciéndole gracias a su pequeña hermana, con sensuales movimientos de afeminado toque, se movía adelante y atrás, paraba la cola una y otra vez, la meneaba hacia los lados, en círculos, y cuando su short se metía entre sus nalgas se acomodaba la prenda con su mano, metiéndola bien adentro del culo. Calculaba tenía más o menos unos trece años, alto para su edad, de suaves cabellos oscuros y medianamente largos, llevaba un jockey negro y mascarilla para protegerse del covid, una polera mangas largas de color negro y zapatillas grises de media caña, que le daban el toque preciso para convertirlo en un apetecible preadolescente de buena pinta. Cuando los perdía de vista, nos topábamos en los cruces de otros pasillos, advirtiendo que siempre me miraba fijo a los ojos, para seguir después sus juegos con su hermana pequeña, en ese ridículo pero sensual juego de menear su culo de lado a lado, provocando a varios hombres que desviaron sus miradas con perversión hacia el chico deseando devorarlo. Los seguí por más de media hora de compras, y sentía que por cada paso que daba mi erección en cualquier minuto se escapaba de mi pantalón, el muchacho era tentadoramente exquisito, y su aguda voz de niño en vías de pubertad hacía palpitar mi verga cada vez que soltaba una risueña carcajada, hasta que coincidimos en la caja para el pago, en una infinita cola de eterna espera de más de 20 carros por fila, unos cuarenta y cinco minutos como mínimo para mi turno.
    
    No llevábamos mucho tiempo en la hilera, cuando el chico le manifestó a su mamá que necesitaba ir al baño, y apartándose del carro para ir a los sanitarios del primer piso, abandoné el mío para ir en su cacería, el muchacho claramente era afeminado, gay, delicado o como quieran llamarle, y pedía verga a gritos, oportunidad que no pensaba desaprovechar. Llevaba conmigo mi lubricante de bolsillo y algunos condones, que siempre solía portar por si algo cae, y emprendí ruta siguiendo a aquel culito adolescente que parecía jamás dejar de moverse. El muchacho entró primero, y esperando unos instantes hice mi ingreso, advirtiendo que no había nadie más en los baños, por lo que di vuelta el letrero visible de “fuera de servicio” y procuré cerrar la puerta con el seguro para evitar interrupciones. Allí estaba, hermoso y paradito haciendo pis en uno de los urinarios, cuando poseído por la inmensa lujuria que ...
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