1. Secuestro y Emputecimiento de Nina (12), Capítulo VII: Noche de arrumacos y merca entre la nena y el Jefe


    Fecha: 04/10/2019, Categorías: Dominación / BDSM Hetero Sexo con Maduras Autor: DarioCodomano, Fuente: SexoSinTabues30

    ... aferrando a la nena del culazo con una mano en cada nalga y abriéndoselas cada tanto distraídamente, ‘Me gustaría pasar mis últimos años retirado en una casa de campo en la Patagonia, criando los hijos que me des’.
    
    Ella no supo qué contestar. Después de unos segundos, mirándolo fijo a los ojos (supongo que ya desesperada de la calentura o decidiendo que era lo más astuto para postergar la por lo común inexorable sesión de tortura) le respondió: ‘Quiero que me preñes’.
    
    De inmediato el Jefe la levantó agarrándola del culito, le abrió las piernas en el mismo movimiento y empezó a chuponearla toda caminando hacia el rincón entre el muro divisor y la colchoneta. Así, de parados, el Jefe la sentó de piernas abiertas sobre sus hombros, la aferró de la parte de atrás de las rodillas para dejarla suspendida contra la pared y empezó a chuponearle desenfrenadamente los muslos, las nalgas y el ano, pero sin atacar la conchita. Nina volvió a rogar desesperada ‘Ay sí, cogeme!’, y el viejo verde la bajó para volver a chuponear la gigantesca boca de la pequeña nena.
    
    La hizo dar media vuelta contra la pared, se arrodilló y volvió a chuponear degeneradamente los muslos y las nalgas de la drogada y cada vez más desesperada cría. Coronó su maniobra corriendo el hilo de la tanga para hundir su cara bigotuda y pinchuda en el culo cada vez más blanco, grande, redondo y parado de la borrega. La ninfita, ya enloquecida, paró más el culo afirmada en sus sandalias de plataforma. La cara del Jefe había desaparecido casi completamente entre ese milagro de ojete, y la lengua buscaba sensibilizar y abrir los más profundos resquicios del ano de la nena, que había separado las piernas y apoyado las palmas de las manos contra la pared como una estrella porno mientras gemía como una gatita.
    
    El viejo verde ya estaba amasándole las nalgas y abriéndoselas rudamente para meter la lengua más profundo, intentando humectar y dilatar la zona para meterse sorpresivamente, pero causando el menor daño posible. Indignado, contempló el ano entre las nalgas separadas por sus manos y comentó: ‘Qué flor de orto tenés. Estás divina así, chiquitita y pulposa, ojalá no crezcas nunca’.
    
    A continuación, se metió toda la nalga derecha de la nena en su boca y repitió la paja de culo que tan exitosamente había concretado antes en la otra mitad del culazo, mordisqueándola y tironeándola con los dientes fuertemente para hacerla gemir en un peculiar ‘Aaah… ah-ah-ah!’.
    
    Cuando la tuvo al borde del orgasmo, interrumpió otra vez su maniobra y se puso de pie. Nina, desolada, exclamó ‘Ay por favor, ponemelá toda, no doy más’. Entonces él se desprendió el pantalón, le sacó el cinto, dejó caer los lienzos y ciñó el cinto lo más estrechamente que pudo no a la cintura de la nena, sino bajo las costillas, presionando el vientre. Ella se quedó quietita, como siempre que se maliceaba una paliza; el tenue vestido de seda negra se levantó y ya no le tapó nunca más de medio culo.
    
    El Jefe, ...
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