1. Secuestro y Emputecimiento de Nina (12), Capítulo VII: Noche de arrumacos y merca entre la nena y el Jefe


    Fecha: 04/10/2019, Categorías: Dominación / BDSM Hetero Sexo con Maduras Autor: DarioCodomano, Fuente: SexoSinTabues30

    ... voy a cobrar la apuesta’, comentó socarrón. Levantó a la nena exánime y todavía temblorosa, la acomodó barrigita abajo sobre la mesa con la cara bien apoyada contra la pared, la sostuvo firmemente del cinto con la derecha y con la izquierda introdujo la chota en el culazo de la nena, que le daba una vista conmovedora.
    
    Agarrándola del cinto como si fuera una rienda, la apretó lo más que pudo contra la pared y la mesa y empezó a cabalgarla frenéticamente. La vapuleada nena no pudo empezar a gemir hasta un minuto más tarde.
    
    Cuando se cansó de esa posición (después de cinco minutos), el Jefe se recostó sobre la nena, aplastándola, y empezó prácticamente a saltar para clavarle más fuerte la pija. La nena ya lanzaba desconsolados y azorados ‘Ahhaaah! Ahhaaah!’.
    
    Cinco minutos después, la empezó a culear en la misma posición, pero agarrándola de las generosas caderitas, en vez de aferrarla en un abrazo de oso. La nena ya expulsaba espuma del ojete, parte de la cual quedaba en el asterisco y alrededores (además de en el pubis y los huevos del Jefe), endureciéndose al poco tiempo (pues estaba hecha en parte de estearina). Su discurso había cambiado a un mucho más variado ‘Uuuh! Uuuh! Uuuuh! Uuuuuh! Aaagh! Agh! Agh! Aaaaaaahggh!’, con los ojos entrecerrados y la lengua colgándole.
    
    El viejo sátiro ya estaba por acabar. Se enderezó, le aplastó la espalda con la mano izquierda agarrada al cinto, le dobló la espalda tironeándola del pelo con la derecha, clavó sus dientes con ferocidad entre el hombro izquierdo y el cuellito de Nina y, mordiéndola hasta sacarle sangre, le tiró las (decenas de) pijazos finales, para en conclusión morderle el cuellito ínfimo y transparente con el mismo salvajismo mientras le depositaba hectolitros de semen de viejo en el violado ojetito. Todo mientras la pobre nena corcoveaba sin ton ni son, tratando instintivamente de zafarse de tal paliza anal, sin poder emitir más que estertóreos ‘Hhhh!’, y meándose toda.
    
    El Jefe se quedó muerto como una bolsa de papas encima de la nena tres minutos, respirando dificultosamente y burlado otra vez por la concha de la nenita en su jueguito de gozarla sin cogerla por ahí. Se levantó con esfuerzo apoyándose en la mesa y se derrumbó sobre la descascarada silla de tijera. Atrajo a la putita agarrándola de las caderas para sentársela esta vez (digamos) castamente sobre su falda, todavía respirando un poco fuerte. ‘¡Qué puta hermosa que sos! Me despertás el indio’, pensó en voz alta acariciándole la tetita desnuda. Ella se recostaba, jadeante y empapada en sudor, champagne y flujo orgásmico, con la vincha toda corrida casi hasta su pestaña derecha, resbalando con sus sandalias de plataforma sobre la última acabada de los dos.
    
    El Jefe dijo ‘Tengo sed y ganas de mear. Después tomamos un par de rayas más; la noche es joven’. Eran más de las tres de la mañana. Caminó hasta la letrina y estuvo parado dos minutos hasta que pudo echar un meo kilométrico. Sacudió la verga y giró la cabeza ...
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