1. Secuestro y Emputecimiento de Nina (12), Capítulo VII: Noche de arrumacos y merca entre la nena y el Jefe


    Fecha: 04/10/2019, Categorías: Dominación / BDSM Hetero Sexo con Maduras Autor: DarioCodomano, Fuente: SexoSinTabues30

    ... ortito, borracha de champagne, pasada de merca y recontrapasada de Gotexc de la historia del universo. Efectivamente, la primera vez en todos esos meses en que su corruptor le otorgó el dominio de la cópula, la infame putita se afirmó con las manos en las huesudas, regordetas y (para ella) gigantescas piernas peludas de su macho y empezó a coger la poronga a toda velocidad, sin pestarle atención al daño causado por la vela que había entrado al menos 13 centímetros en su ojete, dando gritos más que gemidos que, al orgasmear (que fue menos de un minuto después) se convirtieron en chillidos larguísimos, ya recostada sobre la espalda del viejo verde, dándole salvajes conchazos a su mentor, tutor o encargado, clavándose por lo menos 14,5 centímetros de vela en el ojete y lanzando un squirt que literalmente movió la mesita de madera terciada.
    
    Cuando el orgasmo terminó, quedó tirada sobre el Jefe con los bracitos y las piernitas colgando, exánimes. El Jefe miró complacido la devastación, la acomodó a la putita otra vez con el vientre en la mesa y, golosamente, fue desatornillando la vela de la nena. Después sacó un portavelas de la valija, puso la vela, la prendió con un encendedor que enseguida volvió a su bolsillo (la mecha había quedado empapada tras sus picaronas incursiones por adentro de Nina, y al principio le costó hacer fuego) y dejó el conjunto en la breve sobrepared que quedaba a la izquierda de la mesita.
    
    Luego se dirigió a la otra esquina a buscar agua mientras se iba pajeando de lo caliente que estaba. Se clavó un vaso lleno de un solo trago, lo llenó de nuevo y fue a hidratar a su amada.
    
    Se sentó en la silla, le midió el ojete a la nena y, con una puntería envidiable, la sentó con la verga adentro del orto; con toda la estearina de la vela cogedora, el choto entró como cuchillo en la manteca. ‘Hhhaah’, fue el mimoso quejido de la nena. El Jefe recogió el vaso del suelo, le sostuvo el mentón a la orgasmeada casi hasta el desmayo y le fue dando de a sorbitos hasta vaciar el recipiente.
    
    Dejó el vaso en la mesa y le preguntó a la nena (se supone que retóricamente) ‘¿Abrimos el otro Don Perignon?’. La nena respondió ‘No sé’. El viejo verde replicó: ‘Ya se sabe que cuando una putita de tu edad dice ‘No sé o No, en realidad quiere decir Sí’, y sacó la botella de la heladerita. La destapó entre sus dedos mostrando una pericia que la nena, con cara de sorprendida y una inenarrable expresión de puta, decodificó como fuerza, y, para no pararse de nuevo (o porque la tenía muy parada de nuevo en el culo de Nina), sirvió, en el mismo vaso de papel, champagne hasta el borde.
    
    Se lo empezó a dar a la borrega, lo suficientemente recuperada como para sostener su pequeña cabeza sobre su cuello ínfimo, translúcido y lleno de chupones y mordidas. No sorbo a sorbo, como dulcemente había hecho con el agua, sino inclinando de a poco el vaso hasta obligarla a tragar todo el contenido mientras con la mano izquierda empezaba a masturbarla: obviamente, ...
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