1. Un niño llamado Antonio V


    Fecha: 04/10/2019, Categorías: Gays Autor: Pavic, Fuente: SexoSinTabues30

    ... finalmente al asiento posterior.
    
    Se quitó de una su short azul, que era parte de su uniforme, y también sus calzoncillos, mientras me bajaba mis pantalones de terno con un terror indescriptible, pero con una excitación aún mayor. Puso sus manos en mis hombros para apoyarse, y ensartando su culo sobre mi verga tomó posición de tarántula, para colocar sus pies en el cuero tapiz del asiento, apoyándose ahora con sus manitos sobre mis desnudas rodillas mientras las mías sobaban su pronunciado pecho, para empezar el mete saca con acelerado estruendo al son de nuestros nacientes gemidos:
    
    -Ahhh, ahhh, ahhh, ahhh Antonio, Antonio, Antonio- -Profe, profe, mi profe, ahhh, ahhh, ahhh- -Antonio, no alcanzaremos, debes entrar ya a clases, ahhh, ahhh- -¡Métamelo, métamelo, métamelo profe, métamelo…!- -¿Tanto te gusta esto Antonio? Ahhh, ahhh, ahhh- -Me gustas tú, me gustas tú, ahhh, ahhh, ahhh- -Antonio, Antonio, eres mío, eres mío, ahhh, ahhh- -Me vengo, me vengo, me vengo profe, córrase conmigo por favor- -Antonio, ahí viene, ahí te viene, ahí va, ahí va, ¡ahí vaaaaaaaa!- -Profe, profe ahhh, ahhh, ahhh, ¡aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhh!-
    
    Nunca supe en que parte de mis testículos brotaba tanta cantidad de semen como para haberlo inundado tanto otra vez, litros y litros dentro de mi pequeño Antonio lo habrían de acompañar durante esa jornada escolar, y con mi camisa manchada de su infantil polución me abrazó para despedirse antes de vestir nuevamente su short azul, no sin antes advertir que dirigía triunfante, sonriente su vista hacia afuera del auto hacia un pequeño niño rubio de mieles ojos que vestía su mismo uniforme, quien nos miraba atónito a la escena sin moverse.
    
    -Mierda Antonio, ese chico nos vio- exclamé con miedo -No pasa nada- me dijo dándome un último beso sin ningún pudor –te espero a la salida de la escuela. Se dirigió a la entrada saludando a la inspectora, quien le acomodó sus desordenados cabellos y su arrugada playera, para ingresar al establecimiento moviendo su culito en exquisita procesión, despidiéndose de mi con su manito, esa misma que me había masturbado horas antes. Mientras que el niño rubio, ese que la impavidez le había impedido moverse al convertirse en un forzoso testigo de nuestra secreta lujuria, cruzaba la calzada a pasos lentos, mirándome de reojo en la palidez de su rostro, para entrar finalmente a sus clases detrás de Antonio.
    
    Aquel testigo no deseado me tuvo aterrado gran parte del día, pues sabía que si llegase a hablar estaría en un gravísimo problema, y la culpa lentamente hacía lo suyo. Pasaron las horas, y cerca de las tres de la tarde recibí un mensaje de texto de Antonio, con una imprevista sorpresa:
    
    “Ya terminé mis clases, puedes venir por mí. Invité a un compañero a comer con nosotros porque su nana no estará para recibirlo ésta tarde. Sus papás dicen que no habrá problema. Nos vemos en casa para divertirnos. Un beso, Antonio”
    
    CONTINUARÁ… 
«123»