1. El masaje


    Fecha: 30/03/2019, Categorías: Hetero Autor: Topitopi, Fuente: SexoSinTabues30

    Después de un día duro de trabajo llegué a casa, estaba tenso, había tenido varias reuiones importantes, en las que no conseguí mis propósitos de que mis proyectos tuvieran relevancia.
    
    Entrando en casa me encontré con mi vecina Lina, una joven treintañera, masajista, licenciada, que daba masajes en condiciones…
    
    – Hola Lina, ¿que tal el día? – Hola Víctor, hoy muy bien, tengo tarea hasta las 22:00 horas, muchos clientes se me han acumulado, no sé porqué.
    
    Al trabajar en su casa, tenía el horario que le daba la gana, y cobraba lo que le venía en ganas.
    
    – Pues hablando de tareas, hoy me encuentro un tanto estresado, pensaba en pedirte hora para un masaje, necesito relajar la mente y los músculos sobre todo, me duele la espalda, sobre todo a la altura de los riñones. – Está complicado que yo pueda darte hora, las tengo completas, ya sabes, a media hora por cliente, pero, si te atreves, estoy enseñando a Rosita, que está aprendiendo rápidamente.
    
    Rosita, era su hija de 13 años, delgada, unas manitas pequeñitas, una gran boca y unos pechitos deliciosos, por lo visto quería seguir con la tradición de su madre, y prepararse la carrera, iba aventajada con las enseñanzas prácticas de su madre.
    
    – Ah, pues voy a probar, algo es algo al menos, si puede venir a eso de las 17:00 horas, que ya me habré despertado de la siesta. – Pues si, a esa hora ya ha descansado ella, se lo comunicaré, así se gana un dinerito.
    
    Nos despedimos, cada cual entró en su hogar y me dispuse a almorzar, eran las 14:00 horas, tenía tres horas por delante, para descansar un poco también.
    
    Llegó la hora y llamaron a la puerta, era Rosita, venía preciosa, con minifaldas y un jersey grueso, hacía frío, aunque en casa yo tenía la calefacción puesta, la observé y pensé «frío por arriba pero por debajo parece estar caliente….» mis ideas volaron fugazmente.
    
    – Hola Víctor, me ha dicho mi madre que quieres que te de un masaje. – Hola Rosita, si, habíamos quedado en eso, ¿vamos? – Vamos.
    
    Seguí las indicaciones que me dio, me tumbé en una colchoneta muy fina que ella misma traía, ella se puso de rodillas, y me me tumbé en ella, quedándome en calzoncillos según me aconsejó, me dijo que para la espalda tenía que ponerme boca abajo, y empezó a pasarme las manos, después de extender un líquido resbaladizo por la espalda, un cosquilleo recorrió mi cuerpo, erizándome la piel.
    
    – Veo que te gusta, y aún no he empezado, jajaja, después sufrirás los dolores. – No seas mala.
    
    Y empezó a pellizcar, a hacer giros imposibles, a darme con la mano, el antebrazo, el codo, utilizaba bien sus manos, acariciaba y me destrozaba mi espalda, bajaba hasta los glúteos… y eso me excitaba… no me pude aguantar una de las veces, y me acomodé mi polla, que se había puesto dura, Rosita se dio cuenta de lo que pasaba y se sentó sobre una de mis piernas, mientras se desplazaba por mi espalda, su minifalda rozaba todo lo largo de mi muslo, me estaba poniendo enfermo de placer, la lujuria estaba ...
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