1. Noche insomne.


    Fecha: 15/09/2024, Categorías: Zoofilia Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    Es la madrugada de una cálida noche de noviembre. La luna brilla alto en el cielo pintando la noche con su pálido bicolor. Alrededor de la finca todo es silencio y en paz. La señora Luisa siente el calor de la noche y da vueltas en la cama un poco inquieta. Quisiera sentarse y leer un poco, pero luego desiste y se escabulle de la cama donde su marido duerme profundamente.
    
    Unas horas antes hicieron el amor … bueno, él se corrió en su coño peludo y ella se quedo mirando el claror de la ventana insatisfecha. Tenía muchas ganas, él comenzó a acariciarla en sueños y ella se dejo poseer. Tampoco quería darle motivos para discutir. Por suerte no sucedía muy a menudo. Ya no era un placer yacer con su esposo, pero evitaba de rechazarlo.
    
    Todo se limitaba a algunos momentos fugaces, quizás por el cansancio, quizás por su edad. Eran ocasiones esporádicas. Generalmente él lo hacía rápido, la acariciaba un poco, empujaba dentro de ella por un par de minutos y luego le rociaba el vientre para no embarazarla. Todo lo hacía él solo.
    
    Luisa había intentado de dormir otro poco, pero estaba ofuscada y extremadamente despierta. Quizás insomne. Su marido se había corrido esta vez dentro de ella. Estaba confundida. Sabía que estaba menstruando y era difícil que la embarazara. Sería raro que eso sucediera.
    
    Ahora ella estaba en la sala de estar, sentada en el sofá y no sabía si encender o no el televisor. Se recostó para mantener el semen de su marido dentro de su vagina.
    
    Todavía no se había lavado, le gustaba esa sensación de mantener dentro la blanquecina leche pegajosa del hombre. Por lo menos se había reservado ese pequeño placer secreto para sí. Ella se había acostado limpia, recién bañada y él se había aprovechado de eso. Ahora estaba toda untada en su coño, le había dejado olores y sensaciones mezcladas de placer, comenzaba a sentirse ardiente y lujuriosa. A veces le bastaba solo ese pensamiento, se masturbaba y finalmente se corría de verdad.
    
    Pero esta vez estaba incomoda y silenciosa. Había algo que la perturbaba y se sentía molesta. Trataba de no pensar en ello. Pero una y otra vez esas imágenes volvían a su mente. Había presenciado la cópula entre perros. Un día antes, mientras volvía hacia la casa, cerca del granero, un perro había montado a una perra y había quedado pegado a ella.
    
    Ahora creía sentirse como esa perra, con su coño lleno del semen de su marido, su macho. El calor la hacía sudar y se le iba a la cabeza. Sola y en la oscuridad, su nerviosismo parece aumentar. Una obsesión ocupa su cerebro. Una curiosidad morbosa, anhelos y deseos que no puede explicar. Se siente excitada. La imágenes de la cruza de esas bestias no la dejan paz.
    
    En realidad, no sabe lo que quiere, se levanta mecánicamente y, en la oscuridad sale de la casa al jardín. La noche es amiga. La noche es cómplice. Se siente temeraria y abre la puerta del jardín hacia el granero.
    
    El cielo esta despejado, la luna se ha puesto detrás de los lejanos cerros al oeste, ...
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