1. ¡Tienes una hermosa verga!


    Fecha: 27/09/2019, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... su estómago sobre mi espalda. Podía sentir el calor de su cuerpo y oler esas feromonas de mujer y sentí esos choques eléctricos cuando sus pezones chocaron sobre mi espalda. Estuvo sobre mi por unos cinco minutos y en ese tiempo me masajeó con sus uñas toda el área de mi cabeza y lo que me hizo que mi piel se erizara. Se bajó y me pidió que me volteara y ahora me ponía la toalla en la zona de mi pene, aunque este había reaccionado y si no estaba totalmente erecto, se podía mirar ya el bulto.
    
    Continuó con el masaje y le dedicó varios minutos a mis pectorales y poco a poco bajó a mi abdomen y me dio un rico masaje en las piernas y mi pene reaccionaba a ese toque que me daba en las entrepiernas. Intenté calmar mi excitación haciéndole plática a la vez, pero era casi imposible pues tenía unos pechos con una simetría perfecta para su cuerpo y sus pezones se miraban erectos. De vez en cuando se alejaba de la camilla para tomar más crema aromática y podía ver ese trasero redondo y apetitoso que se tragaba en medio de sus nalgas el hilo dental que era su tanga. Verdaderamente Jessi es una mujer atractiva y creo que también yo a mis más de cinco décadas de vida, le atraía mi físico. Me dio algunos cumplidos por mis piernas y yo le había dicho que eran producto de jugar al fútbol y tenis.
    
    Al igual que lo había hecho cuando estaba acostado sobre mi estómago, Jessi hizo lo mismo ahora que estaba sobre mis espaldas. Removió la toalla que cubría mi miembro, subió a la cama y reposo su pequeño cuerpo sobre el mío y me ponía su rostro cerca del mío. Podía sentir sus pezones erectos y realmente no sabía qué hacer y fue ella la que sobre mí comenzó con una plática donde podía observar esa sonrisa coqueta y melosa de Jessi.
    
    -¡Eres un hombre muy guapo! ¿Estás casado? -hasta entonces identifiqué en algo su acento.
    
    -No… no soy casado. ¡Y tú realmente eres una chica muy hermosa! ¿Tú estás casada?
    
    -Si… si estoy casada.
    
    -¡Qué suerte la de tu esposo! ¡Que belleza de la que disfruta todos los días! -y ella sonríe.
    
    -¿Le parezco bonita?
    
    -Eres una mujer muy hermosa y no sé si podré contenerme en no tocar más allá de lo que no puedo tocar. -y Jessi me sonríe.
    
    Tener a esta mujer casi desnuda sobre mi y con las ganas de tomarla totalmente fue un reto bastante difícil de conllevar. Ella me miraba con esos ojos almendrados y sabía que me tenía excitado, pues sentía el calor de su cuerpo y sus pezones erectos sobre mis pectorales. Quería tomarle de las nalgas, pero no me atrevía… no sabía en realidad a lo que estaba abierta esta chica en conllevar. Ella me lo preguntó:
    
    -¿Y qué es lo que quiere tocar?
    
    -¡Todo! Aunque verdaderamente me pican las manos por tomarte del trasero. -le dije mirándole a sus ojos oscuros.
    
    -¡Hágalo...! Le doy permiso para que lo haga.
    
    Le tomé el trasero y lo comencé a masajear. Se podía sentir unos glúteos firmes y al acariciar su piel, podía sentir como esta también se erizaba. Sabía que al igual que yo estaba excitada, ...