1. El profesor enseñando


    Fecha: 12/09/2024, Categorías: Confesiones Autor: Diegogozon, Fuente: CuentoRelatos

    ... porción. En este punto mi excitación era enorme. Sentía muy tensa la piel, muy duro la carne y el río de sangre fluía sin cesar. También sentí la primera ebullición de mi semen.
    
    –Mete más, mete tanta verga como puedas.
    
    Ella lo hizo y, aunque no pudo meterla toda, noté que hizo su mejor esfuerzo. No quise pecar de excesivo en mis caprichos y la dejé mamar hasta donde pudiera. Solo en este momento ella comenzó a gemir, pero lo hacía fuertemente, a pesar de que las mamadas no eran muy rápidas.
    
    –Ahora debes seguir así hasta que me hagas derramar en tu boca –le dije sin dejar de mirarla fijamente. Ella me miró con algo de angustia, pero con la decisión de hacerlo. Me lo hizo saber con un gemido en el que asentía. Yo ya gemía, pero no dejaba de darle instrucciones.
    
    –Cuando comience a derramarme no debes parar ni sacar la verga –le dije.– Yo te diré cuándo debes bajar el ritmo.
    
    Sus mamadas ganaron algo velocidad y mi semen hervía y ascendía a la base de mis huevas. Un primer y pequeño chorro de semen salió y ella me miró. Gruñí y le dije que siguiera así. No me apartaba la vista mientras mamaba. Otro chorro igual salió. Ella gimió fuerte y yo gruñía al tiempo que le pedía más. Entonces un poderoso chorro salió disparado en medio de su gemido y mi gruñido. Aún le pedía más y otros dos chorros salieron. Yo sentí una oleada de calor en todo mi cuerpo y una leve sensación de desmayo. Entonces alcancé a decirle que bajara el ritmo mientras me retorcía de placer, gruñía y sudaba. Ella siguió gimiendo y mamando más despacio. Mi semen seguía fluyendo y llenando su boca, abriéndose espacio en esa boca llena de mi verga. Finalmente, sin soportar el dolor del placer, le pedí que se detuviera, pero mantuve mi verga adentro un tiempo más. Ella seguía gimiendo y yo gruñendo cada vez más levemente.
    
    Tal vez fue por lo que hablamos en nuestras reuniones anteriores, tal vez porque mantuve mi verga un tiempo más en su boca inundada de semen y saliva, el hecho es que sin yo proponerlo sentí cuando su boca se contrajo y tragó mi semen. Eso, además de darme un placer adicional, escurrió las últimas gotas de mi carne. Saqué mi verga y vi cómo tragó de nuevo el resto que había en su boca. Me miró con los ojos un tanto abiertos, sorprendida, y sonrió. La besé en la boca, la abracé y le dije palabras de elogio diciéndole que se había portado muy bien.
    
    No volvimos a hacerlo. Al poco tiempo ella se fue de la ciudad y perdimos todo contacto. 
«1234»