1. El profesor enseñando


    Fecha: 12/09/2024, Categorías: Confesiones Autor: Diegogozon, Fuente: CuentoRelatos

    ... sobre la suya apretó mi carne en la base y esto hizo que sangre fluyera a mi verga. Ella miraba y sentía lo que estaba sucediendo. Luego subí su mano hasta la cabeza y apreté de nuevo, lo que fortaleció la erección.
    
    –Ahora quiero que hagas aquello de lo que hablamos.
    
    –Sí –respondió como si ya supiera lo que iba a decirle.– Pero dime cómo.
    
    –Bésala.
    
    Acercó su boca y sin abrir sus labios besó mi verga en la cabeza, como quien besa una mejilla. Pero siguió besando el capullo. Cuando sus labios besaron la zona del frenillo, sentí una descarga de sangre y mi verga palpitó. Ella pudo notarlo en su mano y sonrió mirándome.
    
    –¿Así?
    
    –Sí, para comenzar vas bien. Solo haz lo que te diga.
    
    –Bueno.
    
    Yo estaba muy excitado viendo a aquella chica dócil, ávida de aprender. Ella estaba dejando a un lado los prejuicios y temores que había guardado por años con relación al sexo. Como yo lo veía, quería aprovechar al máximo esta experiencia para aprender.
    
    –Si quieres sigue besando así a todo lo largo y ancho. Y acaricia y besa también las huevas –le dije.
    
    Ella lo hizo. Sus besos sin humedad eran nuevos para mí y aunque no generaban tanto placer inmediato, sí producían un goce especial, como un anticipo de lo que vendría después.
    
    –Ahora con tu lengua bien húmeda lame la cabeza. –Lo hizo. Su lengua sobre el frenillo me estremeció y un golpe de sangre llenó de nuevo su mano.– Rodéala con tu lengua. –Mi verga, que es cabezona, fue bañada con esa humedad mientras mi erección se hacía cada vez más fuerte.
    
    Yo quería ir lento en esta parte. Ella estaba disfrutando lo que hacía. Sus ojos me sonreían al mirarme.
    
    –Eso, mírame. Quiero saber por tu mirada lo que sientes.
    
    –Lame toda la verga de abajo a arriba. Y no olvides las huevas. –Ella obedeció. Su lengua, recorriendo todo el tallo duro producía pulsos eléctricos que inundaban de sangre toda mi pelvis, desde el perineo hacia arriba.
    
    La chica lo estaba haciendo bien. Seguía mis instrucciones y me estaba dando un gran placer. Le dije que apretara la base de la verga, lo que produjo una erección más poderosa, si ello era posible. Ella disfrutaba realmente todo aquello. Lo notaba en la manera como su lengua recorría toda mi verga, como rodeaba la cabeza varias veces para bajar de nuevo y repetir la acción.
    
    –Ahora, mete la cabeza en tu boca, abriendo solo un poco los labios.
    
    Ese roce de los labios sobre la cabeza, ese ingreso lento y húmedo en su boca, me proporcionaron un placer que me hizo estremecer. Le indiqué que repitiera esa acción lentamente varias veces. Ella lo hizo y notaba que le gustaba. De vez en cuando cerraba los ojos para vivir mejor esas sensaciones nuevas. Pero volvía a abrirlos para mirarme y decirme que le estaba gustando.
    
    –Ahora come un poco más de verga –le dije.– Métetela un poco más adentro.
    
    De nuevo ella hizo lo que le pedí. Casi de un solo golpe metió algo más de media verga y, sin esperar a mi instrucción, comenzó a mamar, pero hundiendo cada vez esa ...