1. Vanessa I


    Fecha: 11/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Barba Azul, Fuente: SexoSinTabues30

    Recuerdo haber dado vueltas y vueltas en mi cama. Mirando el techo como si aquellas blancas paredes fueran a darme la respuesta que necesitaba. Aún tenía la sensación de su dureza entre mis manos. La calidez y el olor desagradable. Salado y agrio. Por error mi mano rozo mi nariz, de nuevo el olor. Aparté la mano rápidamente, me he lavado tres veces y aun así sigo teniendo esa peste. Meto las manos bajo la manta y trató de conciliar el sueño pero al poco rato las imágenes vuelven a mí en cascada: el forcejeo, sus resoplidos y sus palabras sucias. Nadie me había dicho jamás así. Nadie. Tuve un torrente de emociones encontradas: por un lado había unas que casi habían Sido un insulto, pero otras más, me habían dejado una sensación de especialidad, quizás si era cierto y a nadie le había dicho como a mí hacía un par de horas.
    
    No escuché nada tras la puerta cuando toqué. Quería hablar con él de mamá. Pero al empujar la puerta lo vi reclinado sobre su cama, su mano se deslizaba de arriba a abajo sobre su pene, estirando la piel hacia atrás; cada roce parecía llenarlo de mucho placer pues arqueaba la cabeza un poco, mirando hacia arriba cada vez que sus dedos apretaban la punta. Tenía la piel muy oscura en esa área y de aspecto muy suave. Cerré la puerta, pero demasiado rápido presa de pánico, alcance a ver cómo volteaba a mirar. Volví corriendo a mi habitación y me encerré.
    
    Al poco rato entró en mi habitación. Tenía los ojos bien abiertos pero mira en otra dirección. Pude sentir como se sentaba en el borde de mi colchón y aunque tenía una idea de lo que estaba haciendo, jamás pensé que lo vería así.. Me acarició el cabello, luego la frente y finalmente un poco en las mejillas y allí fue donde noté por primera vez ese olor: no se había lavado antes de venir. Me aguante la respiración mientras su palma pasaba sobre mí; luego sentí sus dedos jugueteando sobre mi espalda a través de la fina manta que tenía encima, luego sobre mis muslos y debía hacer acopio de toda mi fuerza para no temblar. ¿Qué está haciendo? ¿Porque a mí? pensaba mientras sus dedos se paseaban sigilosos debajo de la cobija y me repetía las mismas caricias, pero ahora un tanto más rápidas, siempre intentando encontrar su camino entre mis piernas. Las apreté discretamente. Luego su mano se deslizó bajo mi fina blusa y se sujetó del broche de mi sostén amarillo, estiró como pudo y al final se salió, dejando caer mis pechos un poco. Poco a poco tuve que apretar los brazos para que no me tocara los pechos, sus dedos se encontraba contra el obstáculo de mis antebrazos y al no poder seguir, colocó su barbilla en mi hombro.
    
    -Sé que estas despierta -dijo en mi oído. Estaba temblando como una gelatina y aun así, una extraña sensación de calidez se agolpaba en mi vientre. Muy pequeña, muy tenue como para decir que eso me empujó a hacerlo.
    
    No tenía sentido aquella farsa. Me giré para mirarlo a los ojos y medio pude incorporarme y mi sostén de resbaló ligeramente de mis hombros.
    
    -Dime ...
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