1. Blacky.


    Fecha: 06/09/2024, Categorías: Zoofilia Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... para afirmarme a la pared, mis piernas se doblaron y quedé sentada en la ducha mientras oleada tras oleada de espasmos convulsivos golpeaban mi cuerpo, quedé con todo mi cuerpo electrificado, mis senos tiritaban, no podía ni siquiera rozar mi clítoris sin dar un salto con mis caderas, mi cuerpo quedó tan relajado y satisfecho, que podría haberme quedado por tierra a dormir con el agua que me chorreaba de la cabeza a los pies, sin embargo me levanté y me sequé, luego busqué un viejo vestidito de años atrás y que cubría la parte superior de mis muslos y volví a mi cuarto.
    
    Me recosté en mi cama y separé con mis dedos mis enrojecidos labios, mi coño estaba caliente y apretado, empuje dos de mis dedos hacia adentro, se sentía muy rico, mi conchita estaba como aceitosa, un denso fluido hacía brillar mi chocho como con una luz propia, era líquido y mis pliegues estaban muy sensibles, creo que mi conchita estaba produciendo ese liquido para lubricar mi chocho, justo hoy y mañana estoy en el ápice de mis días fértiles, creo que por eso mi sexo emana ese liquido resbaladizo, preparándose para ser cogido e impregnado, el único macho a mi alcance es Blacky.
    
    Mis deseos eran apagados por la lengua de Blacky, pero después de los dieciséis, sentía que debía pasar a la siguiente etapa, ya no me bastaba el juego de su lengua, pensaba a tener una relación completa con mi mascota, así que busque en la internet información al respecto, di con varias historias de mujeres maduras y jóvenes adolescentes como yo, las cuales habían tenido una relación sexual completa con sus cachorros, veía la cara de goce de las chicas, los gritos de lujuria y cachondeo que emitían, vi a sus perros subiendo sobre sus espaldas y meter sus vergas en sus conchitas estrechas.
    
    Los chochos que vi eran tan diminutos como el mío, mi mayor temor eran las dimensiones de esas vergas caninas que se deslizaban casi sin resistencia dentro de esos chochos apretaditos, no vi muecas de dolor, vi que algunas a su primera experiencia trataban de alejarse y gateando y chillando, pero al cabo de un rato se rendían sumisas a los furiosos y veloces embates de sus machos, me masturbé decenas de veces mirando estas libidinosas imágenes.
    
    Finalmente, me decidí también yo a probar ese goce extremo y dejar que Blacky me montara, necesitaba el tiempo necesario para llevar a cabo mis planes, un fin de semana mis padres me dejaron en casa sola, pues ellos se fueron a celebrar su aniversario a un resort de la capital, me preparé con un gran espejo contra la pared de mi habitación. Me desnudé mientras Blacky estaba echado en un rincón de mi cuarto. Me arrodillé sobre el tapete de salto de cama y me di unas palmaditas en mis nalgas, pero Blacky me miro y se echó cuan largo era, sin dignarme una segunda mirada. Por más que lo intenté, me di cuenta de que Blacky no me montaría, me frustré porque mi calentura estaba por allá por la estratosfera. Lo único que logré fue que después de un rato el se levantara a ...
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