Kepa y Kike - Relatos Eróticos

Kepa y Kike

... estaba dura como una piedra y cuando en un momento determinado giró su cabeza para mirarle a Kike, éste posó su mano encima del bulto que sin ningún disimulo se notaba entre las piernas de Kepa.

La reacción de Kepa no se hizo esperar y colocó su mano derecha encima del paquete de Kike, donde se encontró con un bulto todavía más duro que el suyo.

Kike preguntó si le gustaba. Le dijo que si. Con mucha suavidad y mientras Kepa acariciaba su paquete, le tomó su cabeza entre sus manos y le plantó un beso en los labios. Kepa, quizás por lo inesperado, echó instintivamente la cabeza hacia atrás, pero a los cuatro segundos buscó la boca de Kike, juntaron sus labios, se besaron primero con suavidad e inmediatamente con ardor; sus lenguas entraron en acción y sus manos se agarraron a los bultos de sus respectivas pollas, que cada vez resaltaban más.

Fue Kepa el primero en tratar de abrir la bragueta del pantalón de Kike. Éste terminó de abrirla y bajó sus pantalones y su calzoncillo hasta los tobillos, dejando todos sus genitales a la vista y al alcance de Kepa.

Kepa hizo lo propio y empezaron a tocarse sus pollas mutuamente. Las sensaciones sentidas, pronto hicieron que sus cuerpos comenzaran a moverse instintivamente y a querer un mayor roce.

Kike, que ya tenía cierta experiencia en estas lides, colocó el dedo corazón de su mano derecha justo debajo del ano de Kepa, tratando de levantarlo un poco para que ejerciera presión sobre el mismo. Aunque la postura no era muy cómoda que digamos, tomó la polla de Kepa con su mano izquierda y comenzó a masturbarle. Kepa alucinaba. No sabía que hacer. El silencio entre ambos era total, contrariamente a los murmullos que ya se escuchaban por la sala. Tenía la polla de Kike en su mano derecha y comenzó a pajeársela. Así estuvieron durante unos minutos de excitación y de disfrute.

Sin mediar palabra, Kike cambió de postura, se arrodilló como pudo y se introdujo la polla de Kepa en su boca. Su lengua empezó a recorrerla de abajo arriba y de arriba abajo, alternando con una introducción de toda ella hasta su propia garganta y chupándole y mordiéndole su capullo de forma suave. Kepa gemía y acariciaba la cabeza de Kike. Disfrutaba de aquella mamada mientras veía una semejante de Pierre a Jacques en la pantalla. Recordó alguna de las mamadas que en numerosas ocasiones le habían prodigado sus amigas, pero aquella tenía algo de especial. Quizás lo inesperado y lo morboso de la situación creada: en una sala de cine porno, viendo una película porno y con un montón de gente metiéndose mano y follando a su alrededor con total desparpajo. Con orgasmos que se iban dejando oír por aquí y por allá; y él, con su polla dentro de la boca de un desconocido a punto de reventar. Kike fue notando como Kepa iba llegando al límite y se preparó para lo totalmente deseado por su parte e inevitable por parte de su circunstancial amante.

Kepa se dejó ir. Su cuerpo se puso tenso como si hubiese recibido una descarga eléctrica ...