1. El cabronazo y la vergonzosa


    Fecha: 21/08/2024, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Herminia una muchacha gallega de ojos marrones, de estatura mediana y con su largo cabello de color negro azabache recogido en una coleta estaba en la cama de su habitación tomando la siesta. Dormía boca arriba tapada con una sábana blanca, con una mano bajo la almohada y la otra estirada a lo largo de su cuerpo. Su hermano Pablo, un cabronazo incorregible, que se follara a media aldea, entró en la habitación sigiloso, fue hasta la cama, le quitó lentamente la sábana de encima y su sorpresa fue mayúscula cuando vio que tenía la falda subida y estaba sin bragas.
    
    Se fijó en sus torneadas piernas en el vello de su axila, en su coño rodeado con una buena mata de vello negro. Vio a un lado sus bragas arrugadas, las cogió para olerlas, se pringó la mano de algo así cómo mocos y se empalmó. Era obvio que su hermana se acababa de masturbar. Sacó la polla y mirando para el coño comenzó a masturbarse.
    
    Al rato le apartó para un lado la camiseta blanca de tiras hasta que una teta quedó al descubierto, era una teta gorda con una pequeña areola marrón y un pezón gordito. Se siguió masturbando con su polla a un par de metros de la boca de su hermana, luego le apartó la camiseta por el otro lado y vio la otra teta. Se fue a los pies de la cama para tener una buena vista y siguió pelándola.
    
    Así estaba cuando su hermana se despertó. Vio lo que estaba haciendo su hermano. Vio lo que estaba enseñando ella. Se sentó en la cama, se tapó con una mano, echó la palma de la otra a la frente, y le dijo:
    
    -¡¿Cómo pudiste, Pablo? ¡Soy tu hermana!
    
    Pablo la seguía pelando.
    
    -Tengo muchas ganas. Si no me corro me explotan los huevos.
    
    -Guarda eso y haz lo que quieras en tu cuarto.
    
    Pablo le imploró.
    
    -Deja que vea un poco más tu coño y tus tetas.
    
    -¡Nooo! ¿Te has vuelto loco? Soy yo, Herminia, tu hermana.
    
    Ni hermana ni hostias, Pablo la seguía pelando. Herminia veía cómo el glande de la polla aparecía y desaparecía bajo la piel y el coño se le empezó a mojar. Pablo insistía.
    
    -Solo un poquito.
    
    -¡Vuelve a tu cuarto o cuando papá y mamá vengan de la marea les cuento lo que hiciste
    
    -Me da igual, hasta que me corra no me voy. Tu cara me vale para correrme.
    
    Herminia no entendió que le decía que se iba a correr solo con mirar para su cara y se escandalizó.
    
    -¡¿Te vas a correr en mi cara?!
    
    -¿Me dejas?
    
    -¡Nooo!
    
    -Destápate y deja que vea lo que estaba viendo.
    
    Herminia ya estaba caliente, pero no se atrevía a entrar al trapo.
    
    -¡Ni harta de vino!
    
    -Si me dejas ver tus tetas y tu coño me corro en nada.
    
    -No insistas. Mira, si quieres puedes correrte mientras miro para ti, es todo lo que puedo hacer.
    
    -Si fueras tú la que estuvieras en mi posición te dejaría ver lo que quisieras para que te corrieras
    
    -Te lo creo bien, descarado.
    
    Pablo, sin dejar de menearla, comenzó el ataque frontal.
    
    -¿Cuándo te tocaste por última vez?
    
    -Yo no hago esas cosas.
    
    -Y los pollos no nacen de los huevos. ¿Cuándo, traviesa?
    
    -Vale, a veces ...
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