1. Pasión Prohibida - 10


    Fecha: 20/08/2024, Categorías: Incesto Autor: Hugo, Fuente: TodoRelatos

    Capítulo 10
    
    —¿Qué haces aquí? —pregunto con mala gana y rencor.
    
    —Estoy aquí por ti —murmura mientras me toca la cara llena de lágrimas—. ¿Puedo pasar?
    
    Me aparto y le dejo pasar.
    
    Se sienta en el sofá, mientras yo sigo de pie con los brazos cruzados, a la defensiva.
    
    —Ven, por favor —dice.
    
    Me siento a su lado y lo veo suspirar.
    
    —Joder, Stella —masculla—. Te avisé de que no me provocaras…
    
    —¿En serio? —pregunto con ironía—. ¿En serio me estás echando la culpa de que te empalmes con una tía?
    
    —¿Perdona? —su pregunta denota reproche—. ¿Me estás echando en cara que me empalme al tocar un culo? ¿En serio?
    
    —¡Por supuesto que sí! —añado ofendida.
    
    —¿Crees que empalmarse es solo cosa del deseo? —pregunta—. Stella, ¿crees que quería follar con Enma? ¿En serio?
    
    —Hombre… —respondo—. Es lo que se suele querer cuando un hombre se empalma con una mujer.
    
    Me mira y parece medio dolido medio enfadado.
    
    —Tener una erección es una reacción fisiológica del cuerpo, no hay nada más en ello —insiste—. No deseaba follarme a Enma, ni a Martha, ni a ninguna mujer… Solo a ti, Stella, ese es mi maldito y jodido problema.
    
    Contengo el aliento. Bajo la mirada al suelo, incapaz de mirarle a los ojos.
    
    —Mírame —exige, y me doy cuenta de que estoy contemplando el dibujo del suelo del salón. Así que levanto despacio la cabeza y siento que una lágrima resbala por mi mejilla—. No deseo a ninguna mujer, y a la que deseo es a la única que no puedo tener. Eso me está volviendo loco.
    
    De repente sus brazos me atrapan. Pero la visión de su polla creciendo de tamaño con otra en el club hace que me libere de su abrazo.
    
    —¿Te crees que no tengo ojos? —pregunto—. Te vi tocarla.
    
    —¿Y? —vuelve a preguntar con una paciencia que hasta a mí me sorprende—. Te dije que yo era el rey jugando al juego de la provocación. Así que lo que viste era solo eso, un juego, un jodido juego de seducción.
    
    —¿Y por qué no te has quedado jugando? —mi voz denota la rabia que siento.
    
    —Al irte tú ha perdido la gracia —se encoge de brazos.
    
    Durante unos segundos ninguno de los dos habla. Yo solo soy capaz de recordar el tamaño de su miembro creciendo por momentos. Y él me mira sin decir nada.
    
    De pronto su voz rompe el hechizo.
    
    —Debo irme —dice con tono firme—. Nos vemos el lunes en la oficina. Buenas noches.
    
    Antes de que me dé cuenta. Ya se ha ido del apartamento. Dejándome sola, enfadada, dolida y cachonda, terriblemente cachonda. Como siempre que estoy con él. Como cada vez que lo tengo cerca.
    
    Estoy harta. Cansada de esta situación, pero no sé qué hacer para olvidar y pasar página de una maldita vez.
    
    Me acuesto y cierro los ojos. Deseando tenerlo en sueños… una vez más.
    
    Cada vez tengo más claro que esa es la única manera en la que lo podré tener.
    
    Después de un domingo en el que solo tengo ganas de estar tumbada sin hacer nada. Llega el lunes y, con él, la vuelta al trabajo. La vuelta a estar puerta con puerta con Oliver Scott.
    
    El lunes, ...
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