1. Mi jefe me convirtió en su esclava


    Fecha: 24/09/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: rominasumisa, Fuente: CuentoRelatos

    ... uno de aquellos hombres me miraba inequívocamente con deseo y lascivia y entonces pronunció unas palabras aparentemente dichas en broma que me dejaron helada.
    
    -Cariño, aquí hace mucho calor y veo que te estas acalorando con esa bata. ¿Por qué no te la quitas y tomaras tus notas más cómodamente?
    
    Me quede quieta de repente incapaz de reaccionar todavía incrédula a lo que acababa de oír.
    
    Levanté la vista como tratando de cerciorarme que había escuchado bien, pero al ver las miradas de los tres fijas en mi y con una expresión de lujuria y vicio más disimulada supe que no había ninguna duda.
    
    Mi cabeza empezó a funcionar todo lo rápido y lucida que podía después de algunas copas de más.
    
    Tenía únicamente dos opciones, mandarlo al diablo allí mismo.
    
    Lo que significaría estar en la calle de inmediato en una ciudad lejana y hostil, sin ningún amigo o conocido que pudiera asistirme.
    
    Y luego la consiguiente denuncia por acoso sexual que dado mis antecedentes después de tantos viajes con mi jefe, donde era obvio que había consentido en ser su amante voluntariamente, sería muy difícil que ganara. Lo que marcaría mi currículo y me sería muy difícil volver a encontrar trabajo.
    
    O por el contrario, seguirles el juego y desnudarme delante de ellos, con lo que no me hacía demasiadas ilusiones de cómo podría acabar la velada.
    
    En esas sombrías deliberaciones estaba conmigo misma, cuando de nuevo la voz a de Teco se dejó oír en la habitación.
    
    -Caramba Romina, no pensé que te lo tomarías así, estamos entre amigos y todos somos gente de mundo. ¿Acaso vas a defraudar a estos caballeros que no han hecho más que decirme lo agradablemente impresionados por mi secretaria?
    
    Estaba todo muy claro, las cartas sobre la mesa, y me dije que mis opciones eran nulas, así que haciendo de tripas corazón me levanté y desabrochando el cinto de mi bata dejé que se deslizara lentamente hasta que acabó en el suelo del salón dejando todos mis encantos bien expuestos y a la vista, y luego inmediatamente me senté de nuevo en el sofá cruzando las piernas para al menos tratar de tapar con la máxima naturalidad mi coño del alcance de su lascivia.
    
    Después de los asquerosos calificativos de aceptación, diciendo lo hermosa y deseable que era por parte de aquellos tiburones de los negocios, palabras que tuve que aceptar con una forzada sonrisa, de nuevo la conversación derivo a los negocios como si tal cosa, igual que si la secretaria estuviera completamente vestida y no en pelotas como yo estaba en aquellos momentos.
    
    Pero ¿Qué clase de hombres eran aquellos que estaban acostumbrados a semejantes situaciones?
    
    Pronto lo iba a comprobar, pues apenas unos minutos después noté la mano de uno de los ejecutivos posarse en mi muslo e ir aproximándose peligrosamente a mi sexo.
    
    ¿Qué podía hacer yo? Después de haberme desnudado, ellos ya habían dado por supuesto que seguiría aceptando sumisamente todas sus intenciones y deseos.
    
    Así pues ¿qué podía hacer? Nada, y ...
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