1. Eric. La fiesta salvaje 2 – Familia vampírica 11


    Fecha: 16/08/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: JBWriter, Fuente: TodoRelatos

    ... para evitar que pudieran mojarse con la actividad a tener en la esfera y sin dejarlos en el guardarropa. Solté la correa del collar y la metí, también mi reloj. Por último saqué los móviles y la ficha de vestuario de Tania. Al ver los móviles su cara cambió.
    
    —Lo siento señor pero debo recordarle que…
    
    —Están autorizados. Compruébelo.
    
    Aunque la mayor parte de la fiesta era grabada por múltiples drones automáticos. Camuflados como focos volantes, y cámaras de paredes y techo, a mamá le gusta tener el control absoluto de las imágenes que salen del club. Por eso salvo un puñado de personas que estamos autorizados los móviles deben permanecer en el guardarropa. Después las imágenes son revisadas por un ejército de humanos e IA que componían los vídeos de veinte a treinta horas de cada noche de fiesta. Se dispone, aunque no le di la oportunidad a Tania, de cajas de seguridad, cuya llave se la queda el propietario del contenido, como una parte más del guardarropa.
    
    Él empleado miró en su tablet y a continuación, con cara de asombro, aceptó.
    
    —Por supuesto señor. No hay problema. Está autorizado.
    
    Las tres chicas me miraron con cara de devoción. No sé si Tania conocía la norma. De serlo ella también debía pensar que me la saltaba por ella. Aunque creo que realmente , en ese momento, fue consciente de hasta qué punto las palabras de mi hermana diciéndole que el club de sus sueños era su segunda casa eran ciertas. En cuanto a las dos chicas, si las máscaras (con un coste habitual superior a los dos mil euros por cada) indicaban ya cierto tipo de relevancia VIP, el que pudiéramos llevar nuestros móviles en el local elevó era relevancia por millones: éramos VIP entre los VIP.
    
    Quizá mi siguiente movimiento las descolocó un poco, pues empecé por quitarme el chaqué y la camisa y se los entregué al empleado que los puso en una percha.
    
    —Venga chicas —ordené—. Zapatos fuera. A las bolsas del guardarropa. —Miré directamente a Tania—. Y tú, mi perrita, cuando te quites los tuyos ve desatando y quitándome los míos.
    
    Puso un gesto de disgusto. Supuse que pensaba que iba a ir a más.
    
    —¿Alguna voluntaria para quitarme los pantalones y calcetines? —pregunté a las chicas—. La perrita está castigada y no puede tocarme, aún.
    
    Ambas chicas se empujaron por llegar a abrir mi bragueta. Una vez desnudos nos metimos los cuatro en aquella esfera. El encargado me dio una pulsera que hacía las veces de mando. La mitad o así será una pantalla que podía funcional como táctil, como joystick o varios modos de comando más. Una funda de plástico hermética y trasparente protegía la electrónica. Yo me limité a sintonizarlo con las gafas. Bajé el colgador puse la bolsa y lo subí arriba. La esfera era una bola trasparente de unos cuatro metros de diámetro. En la parte superior el colgador, a unos tres metros diversas sujeciones que bajan hasta el ecuador de la misma. Donde hay una plataforma de asientos llena de agujeros del tamaño de los de la taza del retrete. ...
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