1. CUANDO GABRIEL REENCONTRÓ A MERCEDES


    Fecha: 16/08/2024, Categorías: Incesto Autor: barquidas, Fuente: RelatosEróticos

    ... casi permanentemente, un sillón. No, no mejoró, sino que más bien, empeoró. El muchacho, que ya no lo era tanto pues los treinta y cuatro quedaron atrás pocas semanas antes, se encastilló en la terraza acristalada y allí se pasaba las horas muertas, sin hacer nada; sin expresar emoción alguna. Sin hablar salvo que le preguntaran o dijeran algo y, de todas formas, encerrado en sus monosílabos, en sus respuestas sucintas, empeñado en su voluntario enclaustramiento, su voluntaria introversión.
    
    Allí se pasaba día tras día, recluido en aquella terraza cerrada por una cristalera que permitía estar allí tanto en verano como en invierno, con mal o con buen tiempo, lloviera, nevara o fuera un día de sol. Siempre allí, siempre observando la calle, siempre sin hacer nada ni interesarse por nada.
    
    Aquello estaba haciendo la vida de los demás con él francamente imposible. La verdad es que en esa casa reinaba un ambiente que más enrarecido no podía estar; por una parte la desconfianza de sus padres hacia Gabriel hasta parecía hacerse física; eso Gabriel lo notaba, lo sentía, en lo más hondo de su alma, y hacía que no se atreviera a mirar a nadie a la cara. No era capaz de sostener la mirada de nadie y por eso los rehuía a todos; por eso los evitaba y se encerraba en sí mismo. Y si a eso añadimos que el sentimiento de culpabilidad se le había recrudecido el panorama que ante sí tenía el muchacho, ya un tanto maduro, se redondea.
    
    Decíamos que el ambiente en aquella casa, entre aquella familia era enrarecido, pero no era eso sólo, sino que también había mucho de tragedia familiar allí, pues a esas manifiestas desconfianzas, a esa vergüenza supina, se añadía el sentimiento de dolor, de tragedia griega, ante el cariño que por una parte, y como padres tenían los de Gabriel hacia él, pues los padres, y aún más las madres, nunca dejan de ser eso ante todo, padres y madres, y el cariño hacia el hijo nunca puede sofocarse, siempre está allí, mantenido; y ello a pesar de todos los pesares. Y con el cariño de los hijos hacia sus progenitores, hacia su padre y su madre, tampoco se eclipsa nunca, sino que está allí, vivo y pujante contra viento y marea.
    
    Pero tampoco ese amor hacia el hijo podía superponerse al que la hija les inspiraba, y las inclinaciones que hacia su hermana él les confesara en su carta de despedida no eran de desdeñar pues seguramente que ahí estarían todavía y quién les aseguraba que un día esas inclinaciones llevaran a su hijo a cometer cualquier bajeza contra su hermana y entonces ellos… ¿Qué harían? Sobre todo
    
    el padre. ¿Matarle incluso?... Pudiera ser… Desde luego, denunciarle y mandarle a la cárcel… Pero entonces, ¿cómo sobrevivirían ellos, el padre y la madre?... ¿Se lo perdonaría alguna vez su mujer a él? ¿Qué pasaría con su propio matrimonio, de casi cuarenta años?
    
    También para Gabriel la cosa estaba muy, pero que muy cruda. Aquella pasión que por su hermana en tiempos sintiera, los años de alejamiento unidos a la tensión en que ...
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