1. Respondo 1 anuncio de trabajo bastante especial 3


    Fecha: 24/09/2019, Categorías: Hetero Autor: kittysumise79, Fuente: TodoRelatos

    ... tenía derecho a exigirlo.
    
    —¿Cuánto tiempo hace que no follas?
    
    La pregunta fue como un latigazo.
    
    —Meses —confesé avergonzada.
    
    —¿Por qué?
    
    —Es difícil, con Lucas...
    
    —¿Y te apetece? Dime la verdad.
    
    —S-sí.
    
    —Eso está bien, Lucía, no debes avergonzarte de ser una mujer con apetito.
    
    La excitación recorría mi cuerpo, pensaba que se ofrecería pero no lo hizo.
    
    —Voy a ducharme.
    
    —¿No prefiere un baño? —lo interrumpí—. Son más relajantes.
    
    —¿Te estás ofreciendo a lavarme? —La imagen que me devolvió mi cerebro contrajo mi útero.
    
    —Sí.
    
    —Te lo agradezco, pero creo que se ha despertado Lucas.
    
    Mi gozo en un pozo, era cierto, fui a por mi hizo que ya estaba demandando pecho.
    
    Pasó otra semana y Martín me dijo que el sábado lo acompañaría a un sitio, que vendría una canguro a ocuparse de Lucas.
    
    Me trajo un vestido precioso, de raso rojo, un escote profundo, tanto por delante como por detrás y unos zapatos de tacón en el mismo color.
    
    —Sin ropa interior —me dijo cuándo me lo entregó.
    
    Era tan corto que cuando me sentara estaba convencida que se me vería el coño.
    
    Lo pude comprobar cuando me senté en el asiento del copiloto en su coche. Parecía una puta y eso me gustaba.
    
    —Estás preciosa —comentó dirigiendo la mirada de mi escote a mi entrepierna. Mis pezones estaban de punta y el roce con la tela los excitaba.
    
    —Gracias, usted también está muy guapo, si me acepta el cumplido.
    
    Apartó el dedo del cambio de marchas y lo pasó con suavidad por mi tirante, desplazándolo un poco, mi pecho se coló por el escote. Había frenado, estábamos en un semáforo y acababa de bajar la ventanilla.
    
    —¿Unos pañuelos señor? —preguntó una voz tosca por mi ventana. Giré el rostro y me encontré con un muchacho joven, de aspecto desaliñado que vendía pañuelos de papel.
    
    Sus ojos volaron a mi pecho desnudo.
    
    —¿Cuánto valen?
    
    —Un euro dos.
    
    —Te doy cinco si le chupas el pezón antes de que el semáforo cambie de color y puedes quedarte con los pañuelos. ¿Qué me dices? —Martín negoció contemplándome, en ningún momento me negué.
    
    El muchacho aceptó, suspendió su cuerpo a través del cristal y pasó la lengua varias veces hasta que sorbió.
    
    —¡Tiene leche! —exclamó sorprendido.
    
    —Y el coño empapado, toma chaval, los cinco euros.
    
    Arrancó el motor y nos fuimos. No sabía si debería sentirme avergonzada, no lo estaba, al contrario, el señor Briceño me daba lo que necesitaba.
    
    La brisa secó mi pezón y cuando llegamos al restaurante me recolocó el tirante.
    
    Había dejado una mancha de humedad en la tapicería de cuero que no quise ni pude disimular.
    
    Era un lugar elegante, las mujeres me miraban al pasar y cuchicheaban
    
    Cuando ocupamos la mesa agradecí que el mantel cubriera mi escasez de ropa.
    
    Cenamos con tranquilidad, el señor Briceño era un gran conversador. El servicio era un poco lento así que cuando terminamos de cenar la parte delantera de mi vestido estaba manchado de leche y me dolían los pechos.
    
    —Vamos a ...