1. Candela 05: castigo


    Fecha: 29/03/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Clementine, Fuente: TodoRelatos

    Tuve que contener la risa antes de entrar. Hacía tiempo que me seducía la idea de “castigar” a Candela por lo que fuera, o por nada, de castigarla sin más, por el mero placer de hacerlo, y la muy puta, sin yo esperarlo, me lo puso tan fácil…
    
    Por lo visto, sin decírmelo, había quedado con Jorge en mi casa. No sé como se las apañó para conseguir su teléfono, pero el caso es que le llamó y le propuso quedar el lunes por la tarde, cuando sabía que yo debía haber salido de viaje, y el muy cabrón aceptó. No puedo decir que me extrañara, porque la zorrita es una delicia.
    
    El caso es que, al llegar a casa tras anularse mi vuelo, escuché ruido en mi cuarto, entreabrí la puerta, y allí que me la encontré: boca abajo, con tobillos y muñecas atados a las patas de mi cama y mi marido follándole el culito como si no hubiera un mañana.
    
    Como estaban muy concentrados en la faena, y la puerta a su espalda, pude quedarme un rato mirándolos. El muy cabrón la barrenaba con un ímpetu demoledor, y la zorrita chillaba como una loca. Sin poder verle la cara, la imaginé con lágrimas en los ojos, mordiendo la almohada y corriéndose como una perra. Nunca he entendido esa afición que tiene a que le hagan daño, pero bueno, no me supone inconveniente alguno, puesto que me gusta hacérselo.
    
    El caso es que, cuando quise darme cuenta, tenía las braguitas para tirarlas y hasta me dolían los pezones, así que, fingiendo indignación, me decidí a interrumpir la fiesta o, más bien, a reorientarla hacia mis intereses.
    
    El pobre Jorge, desconcertado por aquel inesperado arrebato de ira, de pie junto a la cama, tratando de ocultar con las manos la brillante erección que no parecía ir a aliviársele, con su poquito de tripita, resultaba cómico. Me costó seguir aparentando enfado, pero no estaba dispuesta a perder la ocasión que se me ofrecía, así que, con esfuerzo, conseguí disimular la alegría. Mi zorrita estaba preciosa, con unas de esas medias con liguero incorporado, de color negro, lisas, apenas adornadas por un discreto cachemir del mismo color en la cintura y esos grandes huecos ovales enmarcando su culito y sus caderas, y así, atada, parecía tan vulnerable…
    
    Lo hizo con cierta torpeza. Creo que nunca le había visto tan asustado, así que decidí insistir. Su polla permanecía rígida pese a todo. Comprendí que la humillación le causaba un efecto inesperado. Con una de las cuerdas, le até las muñecas a la espalda.
    
    Obedeció sin rechistar, recostándose como pudo en el pequeño descalzador. Las manos en la espalda debían hacerlo realmente incómodo, pero aquello no me preocupaba en absoluto en aquel momento.
    
    Me senté en la cama junto a ella, que me miraba con una sonrisa divertida, y comencé a atar otra de las cuerdas a su tobillo.
    
    Poco a poco, los nudos iban tomando forma y la lazada del tobillo quedó fijada al muslo y, sobre ella, a la muñeca. Repetí la operación en su lado izquierdo y, al terminar, pude comprobar que se encontraba perfectamente incapacitada para ...
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