La Herencia (cap.3) - Relatos Eróticos

La Herencia (cap.3)

Se recomienda leer los capítulos anteriores.

Los veintitantos años de Pablo enseguida mostraron su vitalidad y su polla una vez liberada y sin necesidad de ayuda alguna empezó a perder su flacidez y ponerse dura.

Sofia se había retirado apenas un paso y se había vuelto a sentar en el sofá, cogió un cigarrillo y mientras se lo fumaba contemplaba a su cachorro como con la mirada baja y sus manos en la espalda se iba animando y su polla iba creciendo.

- Mientras se te pone dura ve a la cocina y prepárame otro te frio con limón perrito, presumo que me va a hacer falta ahora enseguida.

De la cocina tráete un platito de los de café, lo necesitaremos ahora.

Venga ve y trae todo eso, rápido.

Y no se te ocurra tocarte.

Pablo fue rápidamente a la cocina a prepararle lo que le había pedido, no sabía o no había pensado en ese momento que esa bebida es buena para activar y limpiar los riñones y para orinar, a eso es a lo que se refería Sofia cuando se la había pedido.

En apenas unos instantes Pablo volvió con la bebida de su Ama y el platito que le había pedido.

- Ahora coge mis zapatos y llévalos a mi dormitorio, tráeme unos zuecos, quiero los de la tira de piel marrón, abre mi neceser de viaje, el mediano y veras encima de todo una bolsa verde, tráela también.

Rápido, no pierdas tiempo.

De nuevo Pablo rápidamente cogió los zapatos y se fue al dormitorio, allí localizo lo que se le había pedido y se lo llevo a su nueva Dueña.

Ella, cuando llego, le indico donde dejar los zuecos y le cogió la bolsa verde.

Él se quedó en pie y ella le indico que se acercase, una vez cerca de ella, le cogió la polla y con unos leves movimientos termino de ponérsela dura, después la estuvo mirando desde varios ángulos y finalmente la volvió a dejar.

- Efectivamente no eres esclavo para follar, de ahí que lleves una jaula reductora que iremos cambiando para disminuir ese tamaño y feminizarte.

Ponte de rodillas.

Ya puedes tocarte y tienes apenas unos minutos para correrte, después te lo prohibiré de nuevo, ya sabes que debes hacerlo en ese plato que has traído y no desperdiciar nada, es parte de tu alimento.

Pablo se puso de rodillas y excitado como estaba desde hacía bastante rato empezó a tocarse y masturbarse con mucho deseo para ordeñarse como le había sido indicado, mientras Sofia fumaba y lo observaba, estaba contenta con aquel precioso ejemplar de perro sumiso al que debía adiestrar y domar, era guapo, tenía un cuerpo excelente y le iba a enseñar a satisfacerla todas las veces que ella quisiera y por supuesto se lo iba a follar tanto como quisiera, algo que a ella le proporcionaba mucho placer.

Ella ya se había dado cuenta de cómo el furtivamente le miraba su pecho o como esperaba cualquier movimiento de piernas de ella para mirar sus muslos y lo que podía ver de sus bragas, eso era lo que ella quería, que el la deseara, que se excitara con solo verla y estuviese siempre deseando ser usado por ella, quería ser la primera ...