1. Ana emputecida (4): la jornada laboral.


    Fecha: 25/07/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: dameroelectrico, Fuente: TodoRelatos

    ... que te someta como yo.
    
    —Sí señor. Gracias señor.
    
    En todo el día, salvo por la inspección de sus agujeros, no la había tocado. Quería que siguiera así para que el hecho de que yo la follara se convirtiera en su cabeza en un premio y no en una costumbre. La costumbre tenía que ser que la follara cualquiera con unos euros en el bolsillo.
    
    —Aquí te dejo. Y esfuérzate más a ver si eres capaz de vender ese coño o tendrás un castigo que no te va a gustar nada.
    
    6
    
    La noche del viernes fue algo mejor. Me quedé dormido a ratos, pero al menos llamaron al timbre tres o cuatro veces. Ella entró solo una a buscar una cerveza. Su cara era un poema. Iba mirando al suelo, con una expresión de tristeza. Yo no le dirigí la palabra.
    
    El sábado a la mañana entré de nuevo en su habitación. Encendí la luz. Ella dormía sobre el suelo, atada del gancho, todavía vestida con el camisón azul, con el movil al lado de su cabeza. Lo cogí y comprobé las llamadas. Había tenido doce llamadas y cuatro conversaciones de wasap. Miré dentro de la mochila y había 300€. No se había dado tan mal la cosa. Seguro que el sábado iría mejor. Dejé el movil donde estaba y salí de allí.
    
    Efectivamente, el sábado fue muy movido. Desde las tres de la tarde hasta las tres de la mañana no paró de sonar el timbre. A media tarde del sábado a veces no pasaba ni media hora entre una llamada y otra. Por la noche las llegadas se distanciaron un poco, pero hubo unas cuantas también.
    
    A las siete de la mañana entré de nuevo en su habitación. Estaba despierta, sentada en la cama.
    
    7
    
    —¿Qué haces ahí puta?
    
    Me enseñó sus rodillas. Las tenía enrojecidas de estar arrodillada sobre el suelo.
    
    —Me duelen mucho, señor.
    
    La bofetada fue sonora. A duras penas, ella se ató de nuevo del gancho y se arrodilló sobre el suelo sin yo tener que pedírselo.
    
    —¿Cuántos servicios has hecho puta?
    
    —Diecisiete, señor. La mayoría de media hora. Tres de una hora. Dos de griego.
    
    —Muy bien. Ponte a cuatro patas sobre la cama, que ahora quiero usarte yo.
    
    Se desató y se arrodillo sobre la cama con el culo en pompa. No se quitó la correa, sino que me dio a mí el extremo.
    
    Yo le abrí el culo y escupí sobre él. Después me bajé los pantalones y la agarré de las caderas.
    
    —Disfruta ahora zorra. Este es tu premio de hoy.
    
    La penetré por el culo y me la follé sin contemplaciones. Ella jadeaba, gozando cada vez más con mis embestidas. Yo tiraba de la correa, para atraerla hacia mí mientras la taladraba.
    
    —Puedes tocarte el coño.
    
    Inmediatamente empezó a masturbarse mientras yo le daba por el culo. No tardó en correrse la muy puta. Yo aguanté hasta verla retorcerse de placer y luego le solté un buen chorro dentro de su vientre.
    
    y 8
    
    Saqué la polla y ella se volvió rápidamente para limpiarla, primero chupando y luego secándola con su pelo. Estaba aprendiendo mis gustos.
    
    —Pasa por la sala antes de marcharte.
    
    La dejé allí. Me senté a esperarla en la sala. Ella entró vestida como había ...