1. Mi Tío el Ranchero (10) FINAL


    Fecha: 22/09/2019, Categorías: Gays Incesto Autor: Hotman, Fuente: SexoSinTabues30

    ... arriba, con la panza subiéndole y bajándole, supongo que recuperándose. Le dice Carlos a mi papá, con la cara ya toda transformada en calentura pura:
    
    – Ahora te toca a ti, jefe.
    
    – Ahora me toca a mí, ¿qué hijo?… ¿chuparle el culo a tu tío?… ¡no creo!… Jajaja…
    
    – ¡NO PAPÁ!… ¡no te hagas!… ahora te toca a ti cogerme… ¿sale?
    
    – ¿Qué?… ¿también es parte de tus fantasías?
    
    – ¡AJÁ!…
    
    – Bueno, por mí, estoy dispuesto. ¿Cómo le hacemos?…
    
    – Bueno, no sé… supongo que aquí en tu cama… órale…
    
    Y ya se disponían a elaborar la escena del crimen, cuando sonó la voz del cabrón aquél:«¡UN MOMENTO!… ¡oí eso!… y me van a perdonar que me meta… pero ahora yo voy a ser su maestro de ceremonias». Se levantó hasta quedar sentado en la cama. Tenía una sonrisa en verdad diabólica… deliciosamente diabólica, y con ese bigote casi satánico que usaba, pues más diabólica lucía. Y me dice a mí:«A ver mijo, venga conmigo a la cocina pa ’que me ayude a traer algo». Mi papá algo le preguntó, pero lo ignoró. El tío estaba FELIZ y yo lo seguí.
    
    En la cocina había una mesa que se distingue por ser un poco más alta que la mesa del comedor, medía 50 centímetros de ancho por metro y medio de larga de madera sólida, muy dura y MUY pesada. El tío empezó a quitar todo lo que había encima y yo lo ayudé sin que me lo pidiera. La cargamos hasta la recámara. Por mi mente no cruzaba ni la más remota idea de para qué podría ser la puta mesa, pero lo ayudé confiando en que él sabría lo que hacía. La pusimos en el mero centro de la habitación. Luego abrió el armario y sacó las cobijas de invierno, como tres, las extendió y cubrió la mesa con ellas, como haciendo un colchón. En mi mente ignorante, se me hizo como que imposible que pudiéramos coger todos ahí, pero el tío siguió, hasta que dijo:«Órale Carlitos… ¿quieres que te coja tu papá?… acuéstate aquí que todos queremos ver…». Mi papá sólo sonrió, pero Carlos y yo estábamos atónitos, no entendíamos cuál era la idea de la mesa.
    
    Carlos volteó a ver a mi papá con mirada de«What?» y mi papá le dijo todo sereno, pero sonriendo:«¿Trajiste el lubricante ese que llevaste a la playa?». El otro no contestó, nomás fue a su maleta y lo trajo. Se lo entregó y acto seguido el tío dio unas palmadas fuertes sobre la mesa:«¡Órale Carlitos!… te va a gustar… acuéstate aquí». El menso de Carlos se sentó al centro de la mesa, como quien se sienta en el potro del doctor, todo trémulo, y el tío soltó la risotada:«¡Así no, pendejito!… pon las nalgas aquí y déjate caer pa’trás…», cosa que dijo dando las palmadas en el borde de la mesa a lo largo, NO AL CENTRO, como Carlos pensó. Éste se volvió a parar, rodeó la mesa, como que entendió la idea y ya sonrió todo emocionado:«¡Ya entendí!… y sí: esto me va a gustar». Rápido se acomodó y se dejó caer para atrás, pero sin levantar las piernas. Me dice mi papá:«A ver hijo: haznos los honores de embarrarle la colita a tu hermano». Me entregó el tarro de lubricante y rápido me puse entre las piernas de ...
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