1. Mi Tío el Ranchero (10) FINAL


    Fecha: 22/09/2019, Categorías: Gays Incesto Autor: Hotman, Fuente: SexoSinTabues30

    ... entonces yo no sabía que existía: mi próstata.
    
    Quiso agarrarme de aquí y de allá, no entendí qué estaba sucediendo, así que abrí los ojos y vi los suyos cerrados, en rictus de dolor, todo sudado, y lo siguiente fue que sentí los fuertes disparos de semen adentro de mí. Me abrazó por el torso, me apretó tanto como pudo y se quedó inmóvil adentro de mí mientras eyaculaba. Yo no eyaculé, es decir: yo «no orine», así que en lo que él terminaba su asunto, yo bajé mis piernas para rodearlo de nuevo por la cintura. Aún adentro de su éxtasis y sin abrir los ojos, me sostuvo para no caerme, pero se dejó caer hacia el frente, aprisionándome más contra la pared.
    
    Empecé a bajar las piernas poco a poco hasta que toqué tierra firme y ya me solté de las alcayatas. Carlos se hizo a un lado y se dejó recargar sobre la pared por la frente, jadeando y jadeando; sudando y sudando. Yo también jadeaba y sudaba, pero no tanto como él.
    
    Le digo:«¡Carlangas…!». Yo esperaba una respuesta, pero lo que hizo el buey fue que se separó de la pared, abrió los ojos y me abrazó. En combate de sudor contra sudor, no se sabía quién ganaba; y si antes me temblaban sólo las piernas, ahora me temblaba todo. Carlos me dio un beso en el cachete con los ojos cerrados; volteó hacia atrás y halló la cama que yo ocupara en el viaje anterior y, al igual que todos los anteriores, sólo dio unos pasos hacia atrás y se dejó caer sobre mi cama.
    
    Quise reclamarle, pero tácitamente me quedó claro que todo reclamo sería inútil porque él era otro muerto para el mundo. Me dejé caer sobre mis piernas temblorosas hasta quedar sentado de nalgas en el piso. Cerré los ojos. Ya no me importó lo que Carlos había hecho, me refiero a eso de satisfacer su propia necesidad de placer y dejarme ahí.
    
    Quería recuperarme, nada más. Me sentí utilizado, pero más me urgía recuperarme, y así me quedé, sentado en el piso, con una rodilla levantada, un codo apoyado en la rodilla y la mano apoyada en mi frente de ojos cerrados, cuando oí un tronar de rodillas que se sentaban en cuclillas:
    
    – Hijo…
    
    – ¿Mm?…
    
    – Hijo… no te puedes quedar aquí… vente a dormir a mi cama, mi amor…
    
    – ¿Papá?…
    
    Tan pendejo quedé, que de pronto no reconocí la voz de mi papá hasta que abrí los ojos y lo vi sonriéndome.
    
    – Sí, tontito, ¿quién más?… vente mijito… vamos a dormir…
    
    – Ajá…
    
    – Órale pues… vente a mi cama…
    
    Y mi papá se volvió a poner de pie y me extendió la mano para llevarme con él. Le digo:
    
    – Papá… es que no puedo… me tiembla todo el cuerpo y no sé si…
    
    – A ver hijo, dame las manos…
    
    Extendí las manos, me las atrapó y me levantó como si fuera yo el niño de hacía muchos años.«¿Puedes caminar?»… sólo le contesté con la cabeza que no y pasó un brazo por abajo de mis axilas y el otro por abajo de mis rodillas y me levantó. Me llevó hasta su cama y me depositó en su lado. Rodeó la cama y se acostó en mi lado. Como estaba todo sudado, supongo, no se le ocurrió taparme con la sábana.
    
    – ¿Cómo te sientes ...