1. ¿Y si esta fuera la última?


    Fecha: 21/07/2024, Categorías: Incesto Infidelidad Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... puedo vivir con esto y si eso le hace bien a mamá, ¡Genial! … Además, si tienes dos coños, es más difícil que vayas a buscar otro … pero de que eres un hijo de puta, te lo debo decir sin medias palabras … ¡Eres un hijo de puta! … ¡Bastardo! … pero también eres mi amado esposo … ahora fóllame el culo como lo hiciste con mamá …
    
    Debo decir que no me lo hice repetir, la hice rodar en la cama y puse una almohada bajo su vientre, su culito blanco, tierno y redondo estaba sin bragas y a la altura justa. Inmediatamente me sumergí en medio a ese océano de glúteos, con mis manos abrí sus nalgas y en medio apareció el rugoso agujero marrón de mis ensueños, olisqueé tan singular y exquisita barbacana en la fortaleza anal de mi mujer y comencé a bañarla con mi lengua, los gemidos y ronroneos de mi mujer me indicaban que lo estaba disfrutando, lamí su coño y su ano alternadamente, su esfínter comenzó a aflojarse poco a poco, su elíptico boquete se ensanchó lo suficiente como para aceptar mi lengua, entonces me situé en medio a sus muslos y presenté mi dura pija en el mórbido surco de su trasero y empujé mi ariete contra su ano farruco, al principio se resistió tanto que no me permitía entrar, pero mi persistencia vencieron ese anillo oscuro de su esfínter y me adentré en ella, mi esposa chillo al sentirse ensartada por mi pija, pero solo aferró una almohada para esconder la lujuria de su rostro y gimió. Puse mis brazos bajo los suyos y la aferré firmemente por sus hombros, pegándome como una lapa a su curvilínea espalda, empuje con mis caderas y mis glúteos apretados toda la longitud de mi pija al interno de su cálido y ajustado intestino y mordí sus orejas y besé su cuello y olfateé la frescura de sus cabellos. Revolví mi pene en ese calderón estrecho de su culo, lo saqué a mitad y lo volví a hundir con fuerza haciéndola gemir y chillar mientras empujaba su culo hacia mi verga, sus manos apretaban con fuerza la almohada y comenzó a llamarme:
    
    —¡Cabrón! … ¡Eres un maldito cabrón! … ¡Culéame y hazme gritar como lo hiciste con mamá! … ¡Eres un pervertido réprobo! … ¡Fóllame cabrón! … ¡Hazlo más fuerte! …
    
    Obligado por sus imprecaciones, metí una mano bajo su vientre y masajeé su gordota panocha encharcada, se encabritó como una jaca alazana y corcoveó sicalípticamente de placer al sentir las yemas de mis dedos en su clítoris, bufó y berreó como una chota y luego explotó en chillidos de marrana que luchaba por respirar y escapar de la vorágine de su orgasmo, luché por mantenerme montado a su grupa y reverse mi semilla líquida en sus entrañas.
    
    —¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! … ¡Lléname cabrón! … ¡Dámela toda tu lechita! …
    
    Nuestra relación marital en vez de decaer cobró nuevos bríos. Nunca el sexo con mi mujer fue mejor. Ella habló con su madre y ambas acordaron de dormir todos en una misma cama, organizamos veras orgías, aprendieron a hacer el amor entre ellas, se gozaron mutuamente mientras yo follaba a una de ellas, nuestro lazo familiar fue reforzado. Mi ...
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