1. De la admiración al amor y el deseo, hay una línea delgada


    Fecha: 11/03/2019, Categorías: Lesbianas Autor: DanielaUrban28, Fuente: CuentoRelatos

    ... sentimientos despertaban. Con el transcurrir de las fechas, eso se convirtió en una especie de admiración envidiosa. Admiraba cuan hermosa y sensual era Raquel, y eso me impulsó a imitarla: me teñí el cabello y lo ondule, y busque la mejor lencería para satisfacer los deseos de mi esposo.
    
    Sin embargo no estaba contenta con ello, y además, esa obsesión seguía creciendo y creciendo, aunque no entendía el porqué. De esta manera, hice lo posible y conseguí su Instagram, para seguirla. Pude ver qué ahora se veía diferente, mucho más liberal y menos femenina. Tenía su cabello algo rapado, en la parte derecha de su cabeza, mientras el resto de su pelo, caía hasta los hombros. Era ahora lacio, y se había tinturado unos rayitos de color azul. Tenía un piercing en forma de anillos en su nariz respingada, y ahora, en ambos brazos aparecían tatuajes muy bien logrados, y se vestía de forma ancha, como un muchacho. No podía dejar de admitirlo, se veía mucho más bella ahora, aún con un estilo que procuraba muchas vibras lésbicas. La seguí desde entonces en cada post y ponía corazoncitos a cada una de sus publicaciones. No me di cuenta que incluso sacaba capturas de pantalla cuando ella subía foticos ligera de ropa. De esa manera pasaron los días.
    
    Mis emociones tencionantes pronto se convirtieron en anhelos de deseo. Era obvio que me gustaba la ex de mi marido, y que incluso me parecía sexualmente muy atractiva, tanto así que soñaba muchas veces en poseerla, en que hiciera el amor conmigo. Cuando tenía intimidad con Gabo, la pensaba a Raquel, y llegaba al éxtasis.
    
    Pronto mis pequeños comentarios sugerentes a sus historias dieron resultado y se contactó conmigo. Hablamos, ella supo de inmediato con quién hablaba, y yo confirmé que Raquel prefería la compañía femenina a la masculina. Era muy respetuosa, y se comportaba varonilmente, aunque sin exagerar. Las conversaciones pronto fueron escalando a ser más comprometedoras, y sin embargo, manteníamos entre las dos un pacto de complicidad. Ella no fue quien se abalanzó, sino yo, estando pendiente de ella y llenándola de cumplidos y piropos.
    
    Pero un día en que mi esposo salió de la ciudad por cuestiones de trabajo, aproveché esa oportunidad para invitarla a tomar algo y ver películas. Llegó puntual, y se veía fascinante, su estilo ''Tomboy'' me atraía demasiado. Las sonrisas entre nosotras dos no ocultaban el romance, aunque fingimos ignorarlo. Durante ese mes, ella se quedó conmigo en casa, y entonces nos fuimos haciendo más y más íntimas. Yo siempre la esperaba con el almuerzo servido, y entonces nos la pasábamos juntas hablando, mirando tv acurrucadas en el sofá, y compartiendo mucho. Pronto era común que en la privacidad de la casa, nos tomáramos de las manos, argumentando siempre que todo se trataba de amistad.
    
    Puesto que ella se quedaba en la habitación para huéspedes, una noche le dije que a fin de charlar, podría dormir conmigo, a lo que accedió. Nos Acostábamos ahora juntas, pero dormíamos muy ...