1. El trueno


    Fecha: 13/07/2024, Categorías: Bisexuales Autor: basdala66, Fuente: CuentoRelatos

    —¿Se la tocaste? —le preguntó Andrea al oído a su amiga.
    
    —Un poco —respondió Belén muy bajito. En un susurro apenas inaudible.
    
    Las dos iban en el asiento de atrás de la camioneta, muy juntas, como si fueran una. Eran las tres de la mañana y en Buenos Aires llovía. Manejaba el padre de Andrea que estaba entretenido con su mujer en una charla sobre la fiesta de su ascenso en la empresa. Habían salido del festejo unos minutos solo para recoger a su hija y su amiga a la salida del boliche. Avanzaron por la calle Paraguay y al llegar a la esquina de Vidt, doblaron. A unos treinta metros frenaron y las chicas bajaron de la mano para entrar a la casona.
    
    —En una hora volvemos —les dijo el padre de Andrea. Las vieron entrar a la casona y desde la ventana, Andrea les hizo la señal que todo estaba en orden.
    
    —Voy al baño y nos contamos todo. Usa el otro si querés —dijo Andrea y salió dando saltitos como conejos desde la habitación. Se desvistió y sintió la humedad en su concha. ¡Qué calentura! Pensó mientras orinaba y después se lavaba en el bidé. Se paró, se terminó de quitar la ropa y vio sus pezones como pitones frente al espejo. Se los rozó con un dedo y un relámpago la atravesó. Se lavó la cara y se enjuagó la boca antes de volver a su cuarto.
    
    En el otro baño, Belén se había quitado el pantalón y la blusa. Se sacó el corpiño y se puso una remera corta. También sentía la humedad en su vagina y se quitó la bombacha. Repitió el rito de lavado de su amiga, y antes de ir a la habitación, se pasó un dedo por los labios de su vagina. Ahogo un gemido y se tentó en tocarse más, pero se contuvo. Afuera, la lluvia ahora era un diluvio y el cielo se encendía con relámpagos que venían desde el rio.
    
    Las dos volvieron a la habitación como sincronizadas. Llevaban sus bombachas en la mano. Se rieron. Y las revolearon.
    
    —Somos unas asquerosas y unas putas —dijo Andrea, con una sonrisa pícara. Estaba desnuda y se había pasado por la piel una crema de leche. Dulce y floral.
    
    —Oleme —le dijo a su amiga. Belén como un animalito adiestrado se acercó y la olfateó en el cuello. Se volvió a contener.
    
    A sus dieciocho, Andrea y Belén eran amigas y compinches. Se lo contaban todo, hasta el detalle más mínimo. En realidad, era Andrea, la que provocaba aquellas tertulias intimas, que a Belén le costaban un poco al inicio hasta entrar en clima. Esa noche no iba a ser diferente. Estaban extasiadas y con toda la energía. La caldera de la casona daba a los ambientes una sensación de bienestar, que ponían a las dos adolescentes a salvo de cualquier frio, a pesar de la lluvia.
    
    Andrea buscó en uno de los cajones del placar dos bombachas, mientras Belén adoraba con su mirada el cuerpo de su amiga. La firmeza de esas tetas, más grandes que las suyas, casi perfectas, con dos pezones marrones erectos. ¿Cuántas veces había soñado con esas tetas? Con cualquier pretexto desde que se habían conocido, Belén buscaba esos pechos como dos médanos. Los buscaba con la vista o ...
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