Y Al Final Del Camino Me Esperaba Mi Suegra. - Relatos Eróticos

Y Al Final Del Camino Me Esperaba Mi Suegra.

... océano de desesperación.

-¿Qué fantasía? – dijo David como no sabiendo a que se refería su suegra, aunque si lo supiese perfectamente.

-María tenía mucha confianza conmigo, y en más de una vez me dijo que tú insistías en que te gustaría que ella se quitara la zapatilla alguna vez, y te diera unos buenos azotes en el culo. Como yo hacía con ella cuando era pequeña y se portaba mal, yo podría……

-Ni hablar, ni lo sueñes – corto David la frase de Teresa sin dejarla terminar, pero sin desmentir que aquella fantasía corría por sus pensamientos. – Puedes quedarte unos días, luego ya veremos qué pasa. Hablare con el banco. – zanjo la conversación dándola por terminada.

David hablo con el banco y el importe a devolver aun era demasiado elevado, no encontrando, ni llegando a solución o acuerdo posible con ellos. Teresa se instalo en la casa haciéndose desde un principio cargo todo. Cocinaba, fregaba, barría, todo lo que hubiera que hacerse en la casa era tarea suya, no dejando en ningún momento que David hiciera nada. Se convirtió en su criada, agradecida a pesar de todo, pues no recibió en ningún momento queja, mala contestación e incluso a pesar de haberse ofrecido como juguete sexual, nunca se la había insinuado, aunque notaba sus miradas de vez en cuando clavadas en su cuerpo. Pero claro ella era una mujer viuda, y él un hombre viudo.

Los días fueron pasando, y se convirtieron en semanas, y estas en meses. La convivencia no era mala, cada uno tenía su rol en aquella casa. Incluso veían la televisión juntos por las noches sentados en el sofá. David poco a poco se fue fijando en aquella mujer, en sus curvas y en su majestuoso trasero al estar barriendo, en sus increíbles e inmensos pechos al alzar los brazos para al tender la ropa en el tendedero clavado en el techo de la terraza. E incluso volvió a despertarse en él esa fantasía erótica ya desaparecida hacia tiempo, de que le calentaran el culo con una zapatilla. Teresa siempre las llevaba puestas en chanclas, aunque estas fueran de invierno. Los ojos de David cada vez se clavaban mas en ellas, cuando veía la televisión con el por las noches con las piernas cruzadas, mientras jugaba con una de ellas balanceándola en su pie sin llegar a dejarla caer, o haciéndola resonar contra su talón. Eso le ponía cardiaco, era como enseñársela para que supiera que estaba ahí, al acecho de su culo. O cuando su odiada suegra, estaba limpiando alguna mancha del suelo de la cocina agachada, de rodillas, y podía velar hasta la suela de sus pies al doblársela las zapatillas. Se hubiera tirado al suelo para meter su nariz entre la planta de su pie y la zapatilla para inspirar su olor, basándolas, lamiéndolas.

Un sábado por la mañana se levanto temprano con la intención de ir a correr. Teresa aun dormía con la puerta abierta de su cuarto, y David se paro frente a ella contemplándola mientras dormía cara a la pared. En esa posición podía contemplar su esplendido culo tapado bajo un minúsculo camisón de color ...