Y Al Final Del Camino Me Esperaba Mi Suegra. - Relatos Eróticos

Y Al Final Del Camino Me Esperaba Mi Suegra.

... tonta de mi le avale con la casa. ¿Qué iba a hacer?, al fin y al cabo es mi único hijo vivo. ¿no?. – Teresa detuvo su relato y miro fijamente a los ojos de David, casi a punto de llorar al recordar a su fallecida hija María. Después de todo quizás aquel hombre no fuera tan malo.

-Continua. – la dijo David al ver que la costaba encontrar las palabras.

-El negocio le salió mal. Ricardo desapareció de la noche a la mañana, dejando un préstamo bastante importante por pagar. El banco se canso y me embargo la casa, o me la quitaron para poder venderla y así sufragar parte del préstamo de mi hijo. De modo que no tengo nada, salvo la pensión de la que también me descuentan parte del dinero todos los meses.

David empezó a comprender lo que se le venía encima. ¿O su suegra venía a pedirle dinero para afrontar esa parte del préstamo aun por pagar?, o ¿venía para implorarle que se apiadara de ella dejándola vivir con él? ¿Cuál de las dos opciones era peor?

-Nunca me gusto tu hijo Ricardo. Siempre estuvisteis en contra de mí y de la relación que mantuve con tu hija. Siempre prestos a echarnos mierda encima.

-Lo sé, y lo siento David. – contesto Teresa. Una mujer de casi cincuenta y cinco años, rubia teñida de media melena que solía llevarla suelta, ancha de caderas quizás por la edad y los embarazos, no muy alta y con unos pechos sugerentes y muy bien puestos para su edad. La verdad es que a pesar de la vida llevada y del sufrimiento en ella, no tenía muchas arrugas en su bello rostro, de los que destacaban unos ojos azul claro de los que quizás no debiera fiarse.

-¿Qué es lo que quieres de mi Teresa? – pregunto David lleno de curiosidad y temor.

-No tengo a donde ir. No tengo hermanas, ni hermanos, fui hija única. Había pensado que como en su día fuimos familia quizás podría quedarme aquí una temporada contigo. – Teresa lo dijo como casi susurrando, con la mirada baja, casi humillándose.

-¿Aquí, conmigo? – reacciono David diciendo sorprendido.

-Estas solo y sé que trabajas muchas horas, o trabajabas. María siempre se quejaba de eso. Había pensado que podría hacerme cargo de la casa. Cocinaría, limpiaría, te haría la compra, la colada, no te daría guerra. – Teresa veía la cara de su yerno y esta era como, ¿pero que me estas contando? En un último intento de convencerlo, incluso llego a decirle… - Incluso si alguna noche quieres podría calentarte la cama.

-¿Calentarme la cama?, pero ¿que estas sugiriendo Teresa? – contesto David levantándose y empezando a caminar por el salón con su taza vacía de café en la mano. – Después de todos los impedimentos y argucias que utilizaste en el pasado para que me separara de tu hija, ¿ahora quieres venirte a vivir aquí, e incluso meterte en mi cama?

-Sería una manera de resarcirte por tantas….. Incluso podrías conmigo cumplir esa fantasía que nunca llegaste a cumplir con María porque a ella no le gustaba. – insistía Teresa que se agarraba a cualquier palo para no hundirse en el fondo de su ...