1. Mi mujer y el negro: la pareja perfecta.


    Fecha: 24/06/2024, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... estorbar
    
    Al terminar el desayuno y llegar al coche le dije a mi mujer que se sentara con Manuel en el asiento trasero, para que no fuese solo y pudieran charlar y así lo hizo sin gesto alguno de contrariedad. Continuamos la marcha; yo procuraba hablar poco para que ellos se animaran. Manuel extendió el brazo sobre el respaldo y acercó la mano a los cabellos de mi mujer, que acarició con suavidad mientras ella volvía la cabeza hacia él en gesto cariñoso. Se desabrochó seguidamente el negrito el cinturón de seguridad para poder acercarse más a ella, pasando ahora el brazo por detrás de sus hombros, atrayéndola un poco hacia él. Sus rostros quedaron cerca, ansiosos. Yo miraba todo esto a través del retrovisor, que había ajustado para ver a la pareja.
    
    El negrito puso ahora su mano en el muslo desnudo de ella, que tenía el vestido subido totalmente, acariciando la piel suave, arriba y abajo. Lucía se abrió ligeramente de piernas y eso permitió a Manuel acariciar la cara interna del muslo. La cara del camarero era todo un poema, estaba como extasiado, como transportado a otra galaxia, estupefacto y lleno de inmenso deseo hacia mi mujer. No mentía, desde luego, cuando me dijo que la deseaba profundamente y que se masturbaba a menudo pensando en ella. Debía de sentirse el hombre más afortunado.
    
    Mi mujer colaboraba bien, había salido a relucir la putita que llevaba dentro. Ni un solo gesto de rechazo hacia el hombre. Para facilitarte las caricias en el muslo ella se acercó también a él y le pasó la pierna por encima de la suya, quedando aún más abierta. A través del retrovisor podía ver yo su braguita blanca. No me percaté bien de cual de los dos se decidió a los besos, creo que fue ella. Pero de un momento a otro, al volver mi mirada al retrovisor ambos estaban fundidos en besos profundos, húmedos, manejando hábilmente la lengua en la boca del otro. No pude evitar pensar para mis adentros lo que mi mujer había dicho hacía un rato: “que fuerte, que fuerte…”.
    
    Las manos del chico trabajaban con habilidad sobre la ropa de ella y en una nueva mirada al retrovisor me percaté de que mi mujer tenía un pecho fuera, aunque tapado por la inmensa mano del negrito que lo manoseaba a placer. Me di cuenta del tremendo calentón de ambos y que de ser así acabarían follando en el asiento trasero. Por ello decidí poner freno a la situación.
    
    - ¡ Eh, eh… chicos…¡ Estamos llegando, dejad algo para después que habrá tiempo.
    
    - Ay, disculpa, disculpa -mi mujer tenía la voz entrecortada-. Perdona cariño, nos hemos dejado llevar un poco.
    
    - Ya veo, ya. Pero no derrochéis tanta energía, mejor en la cama ¿no os parece?
    
    -
    
    Llegamos a nuestro destino un poco antes de la hora de comer. Un lugar realmente precioso, a un kilómetro más o menos de la localidad, podíamos ir tranquilamente dando un paseo y así lo hicimos varios días. El almuerzo lo solíamos hacer en el pueblo y el desayuno y la cena la preparamos en la misma casa.
    
    Ese primer día bajamos a comer, ...
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