1. Clases de natación (parte 3)


    Fecha: 31/05/2024, Categorías: Fetichismo Gays Autor: Anonimo, Fuente: SexoSinTabues30

    ... era culpa mía, si le había dejado con ganas de más, si sus bolas ansiaban el momento en que alguien les aliviara la carga.
    
    Debió de darse cuenta de mis miradas, porque se echó la toalla sobre la cadera y dobló las piernas. No por ello disminuyó mi interés. En lugar de recrearme en su entrepierna, lo hice observando sus axilas, intentando descubrir aquello que le llamaba la atención de las mías, la belleza que encontraba en esta zona del cuerpo masculino. Como no alzaba los brazos, tuve que centrarme en otra parte del cuerpo, siendo esta sus delgados tobillos y los pies que colgaban de estos, apoyados en las baldosas del suelo, con el talón ligeramente apoyado en la madera del banco.
    
    Por un momento recordé mi comentario de hacía dos semanas, cuando le dije que prefería chuparle un pie a la axila. La idea ya no me parecía tan descabeyada. Tenía tantas ganas de revivir aquello que estaba dispuesto a chupar lo que hiciera falta, y aún a arrastrarme desnudo por las duchas si era necesario y suplicarle besándole los pies.
    
    Nos habíamos quedado de los últimos. Muchos habían salido después de cambiarse, y en vistas de que Héctor planeaba hacer lo mismo, me adelanté, robándole el turno y encerrándome en el baño para que no tuviera la oportunidad de vestirse antes que yo y, de ese modo, ganar algo de tiempo antes de que se marchase. Me saqué el bañador, pero no me puse los calzoncillos. En lugar de eso, me anudé la toalla y salí. Tal y como había imaginado, no quedaba nadie. Héctor había salido, o eso pensaba yo, examinando el vestuario, totalmente vacío.
    
    —¿Todavía no te has vestido? —me preguntó una voz. Era la suya.
    
    Había salido del baño después de mí, en calzoncillos, con el bañador húmedo en la mano.
    
    No supe qué decir. Tenía miedo de utilizar las palabras equivocadas y enfadarle. Le resté importancia y comenté con fingida naturalidad:
    
    —Me lo he pensado mejor y voy a darme una ducha.
    
    Subió los hombros con indiferencia y continuó camino a las taquilla. Le vi sacar su ropa y tiré la toalla. Literalmente, me deshice de ella, lanzándola al banco en el que antes había estado sentado y adentrándome en las duchas, dejándolo allí. Fue una apuesta. Quería ver si se animaba a seguirme o, por el contrario, esos momentos de indecente intimidad habían acabado. Si se marchaba, no volvería a intentar nada. Me olvidaría de él, de lo sucedido y pasaría página, matando el deseo con pornografía o lo que hiciera falta hasta que fuera capaz de quitármelo de la cabeza.
    
    Presioné el botón y el agua de la ducha cubrió mi cuerpo desnudo, de la cabeza a los pies. Moví los dedos, jugando con el agua que se acumulaba bajo ellos, y mi mano derecha se condujo sola a la entrepierna, acariciando el pelo y empezando a manosear mi pene, todavía flácido, pero no por mucho tiempo.
    
    Había pasado varios minutos desde que había empezado a ducharme. «Héctor ha tenido tiempo de sobra. Si no se ha unido es porque no quiere, y punto», me dije. «Ya estará de camino a su ...