1. Clases de natación (parte 3)


    Fecha: 31/05/2024, Categorías: Fetichismo Gays Autor: Anonimo, Fuente: SexoSinTabues30

    A raíz de nuestra ducha a solas en la que yo… —Bueno, si leíste la parte 2 sabrás lo que ocurrió— Empecé a sentirme sucio, como si hubiera hecho algo prohibido, como si hubiera cometido el peor pecado del mundo. Esa extraña sensación de suciedad no se iba ni con toda la pasta de dientes del mundo, ni frotándome la lengua hasta sufrir una arcada. Había cruzado una frontera importante y me había adentrado en un mundo que consideraba peligroso. Era demasiado joven para hacer algo así, y con una chica luego luego, pero ¿con un tío?
    
    Pese a la culpabilidad y a las dudas, Héctor me atraía sobremanera, y no hay culpabilidad que no venza el deseo impulsado por la entrepierna. Estaba hechizado. No dejaba de pensar en él, o más bien, en lo que hacíamos. Dentro de mi cabeza, la escena se repetía sin cesar y creía haberla vivido mil veces, cuando lo cierto es que solo había sucedido una vez. Ambos actuamos como si nada hubiera ocurrido; sin embargo, el próximo jueves estaba a la vuelta de la esquina. Era el día en que regresaríamos a la piscina climatizada y él se acercaría a mí en cuanto los demás se hubieran marchado.
    
    No lo hizo. Se cambió en el baño como el resto de mis compañeros y me dejó con la miel en los labios, babeando, añorando una dosis de esa droga que me había inyectado no una, sino cuatro veces a lo largo de las últimas cuatro semanas. ¿Por qué esta era diferente? ¿Se avergonzaba de lo sucedido o tenía miedo de que yo le pidiera hacerme lo que yo le había hecho?
    
    No supe responder a esas preguntas, pero no por ello dejé de planteármelas. Se convirtió en una obsesión, en algo que no podía sacarme de la cabeza y que me acompañaba a todas partes. No veía el momento de quedarme a solas con él, de conseguir que no se alejara al verme en el patio del instituto o en los cambios de clase. Y llegó a tal punto mi desesperación que, durante las clases, le miraba de reojo, reviviendo cada escena de esta historia, desde el comienzo. La manera en que tiró de mi bañador la primera vez, su nariz recorriendo mi axila, sus ojos clavados en el arbusto de mi entrepierna y esa adoración por mi cuerpo desnudo que tanto me había incomodado al principio y que ahora añoraba como agua en mayo.
    
    El jueves siguiente, durante nuestra sexta clase de natación, no despegué los ojos de Héctor. Contemplaba cada parte de su cuerpo con deseo, no porque fuera especialmente atractivo o tuviera un gran físico, sino porque sabía que era el único que podía darme lo que necesitaba, que podía calmar mi sed y detener el ardor que me consumía desde nuestro último encuentro.
    
    Miraba su espalda mientras nadaba, admiraba sus piernas y la silueta de sus glúteos de camino al vestuario. Y una vez ahí, cuando se sentó en el banco de enfrente a aguardar su turno para cambiarse, me fijé en su abdomen, sus hombros y, como no podría ser de otra manera, su paquete hinchado bajo un bañador slip. No tenía una erección, pero se veía más grande que de costumbre. No pude evitar preguntarme si ...
«1234»