1. Me compadecí de un esclavo sexual


    Fecha: 28/03/2019, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Recibí un mensaje en mi Whatsapp invitándome a una fiesta con espectáculo. Me lo enviaba Martín, un amigo que hice en la Universidad a poco de caer yo por allí. Me solía invitar a fiestas de gays, pues pronto había detectado mi orientación; otras veces eran fiestas de otra índole, una fue de desnudos, otra de heterosexuales. La primera vez que me envío una invitación no era exactamente para gays, pero los había e hicimos de las nuestras. El mensaje recibido al que me refiero decía lo siguiente:
    
    «Amigo Lucas Padilla, quedas invitado a una fiesta con espectáculo que tendrá lugar en la Masía La Ozana. La concentración tendrá lugar el sábado a media tarde en el jardín trasero de la Masía donde podrás departir con los amigos que vayan llegando mientras degustáis unos canapés y bebidas. En el momento indicado se nos avisará a pasar al espectáculo y demás actividades en el salón preparado para ello. La fiesta transcurrirá durante toda la noche hasta después de la salida del sol. Los que no estén en condiciones de marcharse por haber ingerido gran cantidad de alcohol podrán pernoctar en la Masía hasta que se dirima la turca. Tanto para el estacionamiento como para la habitación tienes en la entrada un ticket con el número 27B, yo tengo el 27A, es decir, que si lo deseas podremos dormir juntos y todo eso. Espero que no faltes. Tu amigo Francesco».
    
    No sabía quiénes eran los anfitriones. Sé que Francesco es de la familia de los anfitriones o muy amigo de ellos. Algunos lo insinúan, pero nunca le pregunté nada al respecto porque quiero seguir siendo invitado. Y a veces, más que eso, dependiendo de cómo sea la fiesta. No solo admiro el espectáculo, sino que me gusta participar en él en activo, como espontáneo o aceptar la invitación que en algún momento se hace. Esa noche no tenía idea de qué trataba, lo que sí sabía es que habría sexo, como menos a la hora de acostarme con Francesco.
    
    Cuando al parecer llegaron todos, nos hicieron pasar a un lugar donde yo nunca había estado, parecía nuevo, un gran sótano, pero ya hablaré al respecto.
    
    Apenas entramos y ocupamos el asiento correspondiente, yo siempre el 27B, a mi lado no estaba aún Francesco. Apareció un chico de no más de 19 años, atado con una cadena al collar de cuero acolchado que llevaba en su cuello. Algunos alzaron las manos, se ve que sabían de que iba el asunto. Yo quería ver. El nombre del chico quedó en reserva, el nombre que dijeron obviamente no era propio, sino impuesto para el espectáculo: «Perro Terrier». Debía ser algún chico callejero con falta de dinero. Tampoco fue el primer joven que el grupo de dominadores había provisto para el entretenimiento y no sería el último. Eso sí sabía yo que tenían algunos chicos en jaulas, que comían y bebían gratis los fines de semana, siempre dentro de las jaulas y en platos de plástico sin nada más ni cuchara, ni tenedor, ni cuchillo, distraían a los amigos del anfitrión, yo no sabía entonces cómo, y luego se iban con su bolsillo apañado.
    
    El ...
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