Haciéndola Mía Final - Relatos Eróticos

Haciéndola Mía Final

... mordiéndome el labio inferior fue separando su cara de la mía hasta hacerme un pequeño corte en el labio, acepté el dolor. Me estaba lamiendo la herida cuando la otra boca atacó su objetivo, mi clítoris, las chupadas eran intensas, queriendo obtener un orgasmo lo antes posible. Empecé a temblar toda. Debido a la falta de control de mi cuerpo notaba el rozamiento de las ligaduras en muñecas y tobillos, el éxtasis subía como un cohete, empezaba a tener espasmos cuando de repente, todo se detuvo; un largo noooooo salió de mi boca.

Como respuesta me rociaron con agua por todo el cuerpo, y ahora temblaba pero de frío. Esas manos y bocas fueron jugando conmigo durante horas sin dejar correrme en ningún momento. Sabían en todo momento en qué fase estaba mi excitación para llevarme a lo más alto pero sin dejarme acabar. Yo estaba exhausta pero caliente al máximo.

Se detuvo la furgoneta se abrieron los portones y se fueron.

La conductora me quitó el pañuelo de los ojos y los tapones de las orejas, me tapó con una manta y empezó a desatarme.

(Pau)

Tenían órdenes muy concretas, quería que durante tres horas Maria experimentara la excitación al máximo. Eran conocidas de mi amiga Ibeth, mujeres que conocía y que de vez en cuando se juntaban para realizar alguna fiesta lésbica.

Por tanto eran mujeres experimentadas en el cuerpo femenino y cuando les propuso el juego quedaron encantadas de colaborar.

Pude visionar todo lo que le hicieron a través de watssap, era alucinante ver a María como una y otra vez estaba a punto de llegar al clímax y gracias a la experiencia de aquellas mujeres y a pesar de su excitación todo quedaba en nada en cuestión de segundos. En la grabación se veía en detalle su coño empapado como se abría y se cerraba pidiendo la última caricia que nunca llegó.

Llamaron el timbre de casa, sabía quién era, pedí a la conductora que la acompañara hasta el ascensor y una vez allí le quitara el abrigo, podía quedarselo.

Abrí la puerta de casa, eran las cuatro de la madrugada y dejé el piso a oscuras.

Desde el dormitorio oí cómo Maria cerraba la puerta, casi no le oía la voz, era una voz temblorosa, ¿hola? ¿dónde estás?... arrastrando los pies fue hacia el comedor, después sentí cómo iba a la cocina y se llenaba un vaso de agua. Entró en el lavabo, y esta vez abrió la luz, se sentó en el lavabo y después se duchó.

Yo estaba tumbado en la cama, desnudo, ella poco a poco se puso encima de mí, me cogió el pene y se lo metió dentro, ella seguía lubricada, entró muy suavemente hasta el fondo.

Me pidió que por favor me quedara quieto, ella iba entrando y saliendo como si estuviera en cámara lenta, y en la tercera penetración empezó a tener orgasmos uno tras otro, yo tenía que hacer esfuerzos para no moverme, pero por otro lado sentía sus contracciones vaginales como nunca. Llegué a contarle hasta ocho orgasmos, y tan sólo habían pasado cinco minutos, yo me mantenía firme y quieto muy quieto para que fuera ella la que ...