Haciéndola Mía Final - Relatos Eróticos

Haciéndola Mía Final

... de escapar pero definitivamente ese juego lo quería jugar.

De repente los portones se abrieron de par en par, el frío entró a chorro, noté con el zarandeo como subían a la cabina hasta cuatro personas, instintivamente me acurruqué para taparme, no oí ninguna voz que me indicara si quienes habían entrado eran hombres o mujeres, muy probablemente formaba parte del juego. Cerraron los portones y la furgoneta se puso en marcha, seguidamente noté cómo con firmeza me cogían de las manos y los pies y estiraban de las extremidades dejando expuestos todos los rincones de mi cuerpo.

Manos gélidas pero suaves al tacto, ahora podía intuir que al menos la mayoría de los invitados eran mujeres. Yo temblaba de frío pero ellas no cedieron, entonces noté cómo las cuatro extremidades fueron atadas en cruz a las paredes de la furgoneta. Y empezó el juego.

Sentí el roce de ropa al quitarse los abrigos, ahora el habitáculo ya se había calentado, la furgoneta seguía en movimiento, de repente me levantaron de las caderas y ubicaron lo que supuestamente eran sus abrigos debajo de los riñones, en consecuencia las piernas y brazos todavía se tensaron más. Después, la nada, sabía que estaban a mi lado, oía sus respiraciones y alguna sonrisa apagada, yo me desesperaba moviendo la cabeza a ambos lados para intentar averiguar sus intenciones, así estuvieron unos minutos que se me hicieron larguísimos. De repente pero delicadamente, me pusieron unos tapones en las orejas y después unos cascos, consecuentemente mi ceguera fue absoluta al no tener tan sólo el referente auditivo.

Ahora toda yo era tacto, sólo sentía mi respiración como si estuviera sumergida en el agua, dejaron pasar unos minutos, mi respiración se fue calmando, estaba relajada.

El primer contacto fue como una punzada, mis pies eran acariciados a cuatro manos, las terminaciones nerviosas eran autopistas que llegaban a mi cerebro saboreando cada pequeño movimiento, repentinamente dejaron de tocarme, mi corazón había cogido empuje y ahora se sentía huérfano, a mí me salió un pequeño gemido y la palabra, más...

Después otra punzada, dos bocas recorrían mi cuello a ambos lados. De nuevo mi cuerpo jadeaba, ahora los impulsos eléctricos iban directamente a mi sexo. Para acto seguido una vez más, el nada absoluto, sin ver ni oír nada que no fuera a mí misma, ansiaba contactar de nuevo con el exterior. Cada milímetro de mi piel se había sensibilizado hasta el punto de que al cabo de un rato noté la proximidad de unos labios acercándose a mi boca y otros a mi coño. Se mantenían a pocos milímetros de mí, eran como depredadores al acecho para atacar, y yo estaba preparada para ser la presa. El ataque se hizo esperar pero llegó, unos labios tiernos y una lengua decidida invadieron mi boca, yo correspondí a su intrusión de la misma manera, me besaba desde atrás, nuestras lenguas exploraron todos los rincones , fueron unos minutos maravillosos sintiendo el chocar de nuestras bocas para finalmente y ...