1. La abogada


    Fecha: 02/04/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: fernandobcn, Fuente: CuentoRelatos

    ... el día. Entró en mi despacho. Seguía con sus vestidos tipo traje ejecutivo, ceñidos, y su pelo recogido con coleta. En esta ocasión su chaqueta era negra y su falda, ligeramente por encima de la rodilla, también negra. Combinaba con una camisa roja y unos zapatos de medio tacón ancho.
    
    Le pedí que se sentará en la mesa redonda de trabajo donde estaba la carpeta con la información del cliente. Me acerqué desde mi escritorio hasta la mesa. Cogí una silla y la acerqué hacia donde estaba sentada, a unos dos palmos de distancia y como vi que ella no se había puesto junto a la mesa, sino a una pequeña distancia, yo también me puse igual que ella.
    
    Comencé a presentarle el caso y la tipología de nuestro cliente, apoyándome en la información que tenía en la carpeta. Ella no decía nada, escuchaba muy atentamente.
    
    Mientras le hablaba, aprovechaba para mirarle sus piernas con la falda a media altura. Llevaba unas medias ligeramente oscuras que resaltaban sus preciosas y esbeltas piernas.
    
    Como no veía muy bien los informes que le estaba explicando, agarró su silla y se acercó más a mí, prácticamente tocando mi silla.
    
    Ahora además de apreciar sus preciosas piernas, podía sentir el halo de calor que exhalaba su cuerpo, desde su cara a sus piernas. Con la cercanía, su halo y el mío estaban fundidos, como uno solo. Su olor corporal, pese a las horas y final del día, era limpio, aniñado, sin perfume, con una suave fragancia a jabón.
    
    Acercó su mano y su dedo hacia el documento para señalar una parte que no entendía. Al hacer esto, paso su antebrazo sobre el mío, dejándolo suavemente encima mientras señalaba el documento. Su piel era cálida y suave. Su mano delicada, con la piel clara y lisa. Eran manos cuidadas y con uñas grandes, que no largas, y sin pintar. Sentí como una descarga de electricidad cuando noté su antebrazo sobre el mío, se me puso la piel de gallina y el bello de mí brazo y resto del cuerpo se erizó.
    
    Se dio cuenta de mi reacción y me miró a los ojos. Sus grandes ojos azules me miraron fijamente, sin vergüenza, sin pudor. Le devolví la mirada del mismo modo, sin pudor alguno, con franqueza, como se miran los amantes. Mi reacción inmediata, como teledirigido por fuerzas ajenas, fue acercarme a su boca y besarla. Mi acercamiento fue suave, con mucha ternura y cariño. Su boca se abrió y recogió mi lengua, también de forma suave y tierna. Sus labios jugaban con los míos. Nuestras lenguas estaban encantadas de conocerse y querían ser una sola. La ternura y el cariño dio paso a la pasión. Nuestras lenguas seguían un movimiento más frenético, devorador. Nos mordíamos suavemente los labios, como queriéndonos comer.
    
    Sentía como el calor de su cuerpo había aumentado, toda ella estaba más caliente.
    
    Mientras seguíamos besándonos, bajé mi mano hasta su pierna. Introduje mi mano tocando su coño, sobre sus bragas. Se estremecía mientras la tocaba. Su lengua se volvió más frenética, con la mano me cogía de la nuca, evitando que pudiera ...
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