1. Nunca debiste hacerme bullying, rubiecito (3 de 4)


    Fecha: 02/03/2024, Categorías: Dominación / BDSM Gays Autor: Gavin, Fuente: SexoSinTabues30

    ... Michael. Ya dije que, salvo su abundante cabellera rubia, su cuerpo era totalmente lampiño. No tenía vello púbico y sus axilas eran como las de una estatua. No era mi caso. Yo estaba bien desarrollado y la pastilla azul me permitiría eyacular más veces.
    
    Me pregunté qué pasaría si añadía otra dosis. Allí estaba ese cuerpo hermoso, a mi disposición. ¿Podría eyacular más de tres veces? Para comprobar mi hipótesis, decidí que fuésemos a otro lugar.
    
    Cargué al niño agotado y lo llevé al dormitorio de mi papá. Lo puse boca abajo, sobre la cama. Coloqué una cámara estratégicamente. Era hora de aplicar todos mis conocimientos sobre el Kama Sutra gay y la tecnología.
    
    Como una piadosa concesión a mi víctima, primero le di unos buenos masajes en la espalda y el cuello. Sabía que el chico estaría entumecido por tantas horas de estar atado. Suspiró agradecido cuando amasé sus músculos cervicales.
    
    – No me hagas daño, Freddy- susurró dulcemente.
    
    – Obedece y no te va a doler. Colócate en cuatro patas.
    
    – ¿Cómo un perrito?
    
    – Exacto.
    
    Mi papá tenía gel íntimo en su mesa de luz. Lo usé generosamente, porque la sesión sería larga y no quería lastimarlo. Un momento después, aferrándome de sus hombros, penetraba a Michael hasta el fondo.
    
    A diferencia de la primera vez, esta vez Michael no gritó. Es verdad que yo me movía con relativa suavidad, pero creo que él ya lo estaba gozando. Me incliné sobre él, besé sus hombros y cuello, y intensifiqué la embestida.
    
    Sabía que el primer orgasmo sería el más abundante, así que cuando noté que era inminente, me retiré de su culito rosado y dándole la vuelta, le ordené que se arrodillara frente a mí y abriese la boca. Chorros incontenibles de semen inundaron su garganta. Le tapé la boca con la mano e incliné su cabeza hacia atrás para que se lo tragara todo, lo que hizo entre toses.
    
    -Muéstrame tu lengua, Michael.
    
    El chico abrió la boca. En efecto, su lengua rosada estaba limpia. Todo el torrente de semen se derramaba por sus entrañas.
    
    Lo acosté de espaldas y, como mi pene seguía erecto, volví a penetrarlo mientras, inclinándome sobre él, lo besaba apasionadamente. Michael ahora gemía de placer, y estaba excitado. Mientras yo lo besaba y lo penetraba, alcancé mi segundo orgasmo consecutivo.
    
    No quería detenerme. Detrás del salvaje en que me había convertido, estaba el científico. Me acosté boca arriba y Michael, dócilmente, se sentó sobre mi pene. La penetración fue profunda, un auténtico empalamiento, y el chico empezó a cabalgar, siempre gimiendo de placer. Yo lo sujetaba por las muñecas y hubiese deseado que aquello no terminase nunca. Cada sacudida provocaba un ruido excitante, un choque rítmico y húmedo. Duró bastante, calculo una media hora. Y la eyaculación fue buena. También Michael eyaculó.
    
    Me faltaba una cuarta eyaculación para comprobar mi hipótesis. Lo puse boca abajo, con la cara apoyada en las sábanas y la cola en alto. Entonces vi que su ano dilatado estaba enrojecido. No ...