Disfrutando la esposa de un cornudo sumiso. - Relatos Eróticos

Disfrutando la esposa de un cornudo sumiso.

... acerque mis labios a su oído y le susurre al oído:

-Tu marido me ha contado que te gustaría acostarte conmigo, a él le verlo y yo lo estoy deseando acariciar todo tu cuerpo.

Se le hizo un nudo en la garganta.

-Ufff este no es el sitio para hablar esas cosas. Además no tenía que haberte dicho eso, fue solo una fantasia.

A la chica le costaba soltarse, pero no quito mi mano de su rodilla, se notaba receptiva, aproveche para seguir subiendo la apuesta moviendo mi mano hasta su muslo.

-Las fantasías existen para hacerlas realidad, me gustas mucho, daría cualquier cosa por besar esos labios y tenerte para mi.

Su pulso se aceleró y su respiración se agitó.

-Este no es sitio para hablar eso, aquí nos conocen.

-¿Vamos a otro sitio? .Conozco aquí cerca un local para tomar unas copas. ¿Os animáis?

-No se, no estoy segura de hacerlo.

-¿Hacer que? Ana, solo quiero que hablemos, no te voy a obligar a nada. Solo vamos a ir a un sitio mas tranquilo donde poder hablar sin tanto ruido.

-Vale, pero una copa y nos vamos a casa.

Miro a su marido, el asintió con la cabeza.

A unos 10km conocía un pub, con música tranquila, gente de nuestra edad, luz tenue y rincones con sofás cómodos y mesas que ocultaban las manos de clientes mirones. Les propuse ir y me siguieron en su coche. Llegamos, espere que se sentaran ellos para ocupar mi lugar al lado de la hermosa mujer.

-Paco, ve a por unas copas, para mi un Ballantine con hielo, ¿Tu que bebes guapísima?

-No se si beber mas, ya estoy a tope.

-Tráele a tu mujer una copa de lo que le gusta, yo me quedo vigilándola para que nadie te la quite.

Estaba nerviosa, con las piernas apretadas y el corazón que se le salía del pecho.

-Relájate mujer, ¿Que te pasa?

-No se, estoy nerviosa.

Carlos ya se encontraba en la barra, esperando que le atendieran y mirando de reojo en nuestra dirección. Me acerque mas a ella, pegando mi pierna a la suya. Metí mi mano por detrás de su cintura, hizo un gesto para echarse para adelante, pero la cogí con fuerza.

-Relájate, ponte cómoda, nadie te va a obligar a hacer nada que no quieras.

-Ese es el problema, que me deje hacer y tengamos problemas.

¿Por qué vas a tener problemas? Soy muy discreto, jamás haré nada que pueda perjudicar a vuestro matrimonio. Quiero ser tu amante permanente, ya tengo el permiso de tu marido, solo falta el tuyo, que te desinhibas, te dejes llevar y disfrutes con dos hombres para ti sola. Mi mano se coló por debajo de su camisa desde atrás y rozaba uno de sus pechos.

-Disfruta de la vida, mira como se lo pasa tu marido viendo como te meto mano.

Levantó la cabeza. Su marido nos miraba con las copas desde la barra, sin atreverse a acercarse a nosotros. Lo mire desafiante sin apartar la vista de el, nuestro cuerpos estaban prácticamente unidos, mi mano traviesa se coló por debajo del sujetador hasta apresar uno de sus pezones mientras la otra subía por su pierna por debajo de la falda hasta el borde de ...