Rosa, sometida y torturada VI - Relatos Eróticos

Rosa, sometida y torturada VI

... invitado, tomó asiento al lado de Don Gustavo, mientras muy diligentemente le servían un zumo de piña o algo parecido por el color.

Las dos mujeres quedaron arrodilladas a sus pies a la espera de cualquier señal de él, para servirles dócilmente como dos perritas obedientes.

Remo se había quedado a la espera con la correa aún cogida en su mano, pendiente de cualquier señal, para continuar con el castigo y yo con las manos entrelazadas en la nuca, esperaba con las tetas ardiendo de dolor a seguir recibiendo el resto de castigo.

El Jeque hablaba sin que yo entendiera nada y una de sus acompañantes era la que iba traduciendo todo a Don Gustavo. Por lo que pude oír, se sentía muy agradecido por el espectáculo con qué había sido recibido. Alababa mi belleza y pedía permiso para utilizar él la correa y golpearme, para comprobar mi resistencia al dolor.

Yo estaba aterrorizada, por el destino que me esperaba, ya que sin pertenecerle, quería azotarme, que sería lo que podría hacerme cuando estuviera en su poder.

De todas maneras, mi futuro en poder de Don Gustavo tampoco era muy prometedor. Que me desollaran los pechos a latigazos no era como para desear continuar en poder de él, por lo que avanzando un paso, ofrecí mis pechos al Jeque, incitándolo a que me los azotara.

-No, por ahora ha sido suficiente y mejor tratar de negocios y tiempo tendrá para azotarla y hacer lo que desee con ella, una vez la haya comprado.

-Sólo pido un millón de Euros por ella, cantidad que me parece poco, dado el gran beneficio que se puede sacar de ella, como esclava, en espectáculos y filmaciones de películas BDSM.

La esclava le iba traduciendo mientras todos seguíamos a la expectativa de su contestación, en especial yo, porque dependía mi futuro de lo que decidiera. Por su gesto de desagrado, ya pude intuir que le parecía mucho dinero por una esclava.

Con la mirada le pedí permiso a Don Gustavo para tomar partido e influir en el Jeque para que me comprara.

-Puta, demuestra tus habilidades para que comprenda que aún es poco el dinero que pido por ti.

No me hice repetir el mandato y aproximándome hasta el Jeque, me sostuve ambos pechos con las manos, apretando suavemente y haciendo que dos pequeños chorritos de leche cayeran a sus pies. No tenía ni idea del tratamiento que se le debía a alguien de su estatus social, pero suponía que con no tutearle sería suficiente.

-Señor, puede comprarme, por favor. -Prometo servirle fielmente y darle mis pechos para que pueda alimentarse de ellos o darle descendencia si lo cree conveniente. –Le puedo servir como ama de cría o como una fiel esclava para todo lo que desee.

Mientras le traducían, me acerqué hasta él ofreciendo mis tetas goteando leche. Por su interés en mis pechos, podía adivinar que había conseguido captar su atención.

-Quinientos mil Euros.

Es la cantidad que dijo la mujer, que traducía del árabe al español, cantidad que me parecía que podría aceptar Don Gustavo.

Acerqué mi teta ...